miércoles, 2 de enero de 2013

Tragedia


Cuando la religión tenía dioses distantes, indiferentes al dolor humano, entonces era el momento de  gran la Tragedia. Luego aparece la religión con consuelos y esperanzas de ultratumba, capaces de convertir el mal en un bien, con un “Dios lo quiere así, Dios hace sufrir a los que ama”. También el arte de acuerdo con la religión, busca entonces formas de anestesia similares, asegura Nietzsche. Es el momento del Drama. Pero cuando las instituciones y la política en general pretenden alcanzar los mismos efectos de la religión y el arte, entonces es la época plena de la comedia. En ese momento la tragedia se vuelve pedagogía explícita, caso de Brecht, lo cual no deja de ser una comedia donde se congela la risa en el frío humor. Y la comedia se vuelve "tam-tam" que anuncia épocas despiadadas. La truculencia ha entrado en el arte y el dolor se ha largado por el foro. Queda la impasibilidad… Pero entonces, sin Dios y sin arte… Sí, claro, a expensas de los consuelos de la política, que Dios nos coja confesados… Con una comedia sin gracia, con un humor inmediato, con una calle que quiere escenario, con los problemas reales convertidos en fuente de chismorreo… Sin Dios y sin arte, que Dios nos coja confesados.