martes, 27 de marzo de 2012

TOMBE LA NEIGE



Tú que estudiaste, hijo,
¿conoces mismo el origen
de la desesperanza?
¿Viste en los libros
el sortilegio del trino
y la sombra del milano
sobre la nieve helada?

Sólo recuerdo
el salve regina
que don Antonio
entonaba
para conjurar el miedo, madre.

Desespera, alma mía,
No volverá el temblor del alba
en los visillos.
Sombra de madre,
risa alegre.
Se avecinan horas duras
de sangre y lodo.
Hay que arreglar la cancela
y esa baldosa
que se mueve en la cocina.

Padre me dijo:
-Hijo, sería muy triste,
porque la soledad
no es buena consejera.

La noche brilla de estrellas
y ha empezado a helar.
Ayúdame a mover el escaño.

martes, 20 de marzo de 2012

NEGOCIARTE de Fernando Bringas


Hace ya unos meses que salió al mercado un libro que no debiera pasar desapercibido, para nadie en estos tiempos de crisis, en que todas las relaciones se transforman, se llenan de dificultades o se quiebran, a veces, de forma irreparable. Formas de estafa globalizadas, han difundido por el mundo del mercado la sospecha y su hermana gemela la desconfianza. La ambición desmedida y el engaño para la obtención de beneficios inmediatos sin importar el perjuicio de quien lo sufre, han hecho palidecer el fundamento mismo del mercado: la confianza de que, en la transacción, el beneficio será mutuo. “Recuperar la confianza de los mercados” se ha vuelto objetivo primordial en la política de Europa. Recuperar las claves humanas y humanitarias del proceso es condición previa para volver a establecer el marco distendido de un mercado en que el intercambio sea contento y beneficio mutuos.
Que nuestro día a día se hace negociando es verdad palmaria en la que ni reparamos. Hace años era escándalo en Lingüística aplicada a la enseñanza del español aquello de que, el significado del léxico en el diccionario estaba muy bien, pero era en la conversación donde el significado se “negociaba” y ello tenía importancia capital para la enseñanza de los idiomas. Es decir: abrir la boca para hablar es ya negociación. Quizá antes de abrirla, hallamos ya razones para dar forma de negociación adecuada al intercambio, observando el atuendo, la gestual, la mirada, el “pirsin” o el tatuaje y aún, el calor, la humedad, la fortaleza o debilidad de la mano que nos saluda.

El libro se titula “NegociArte. Ideas para llegar a acuerdos” y su autor es hombre de dilatada experiencia en la enseñanza del arte de negociar a miles y miles de directivos empresariales. Porque negociar no puede ser sólo una técnica, sino un Arte que, como todo arte, implica inteligencia-técnica y sensibilidad. Y si la técnica se aprende con facilidad, el arte requiere sensibilidad que podría reducirse a ciertas condiciones humanas innatas pero educables. Hay gente que nunca será negociadora. Hay gente para la que negociar es un juego de habilidad en el engaño, y la hay que se toma muy en serio la humanidad de la persona que se encuentra delante y con la que quiere establecer una relación comercial de interés mutuo: comercial sí pero poniendo el acento sobre el color humano que tiene toda transacción. Porque quiere no sólo que el otro quede satisfecho, sino convertirlo en cliente/amigo que confía en la persona y la casa que esa persona representa como comerciante. Fernando Bringas Trueba ha escrito un pequeño gran libro que abre sobre ese mundo complejo del comercio un sin fin de ventanas por las que pueda entrar el aire limpio, el decoro, la confianza y el afecto ¿por qué no?

Donde el engaño y sus secuelas (frustración, remordimiento, humillación, etc.) tenían asiento, la mirada limpia, honesta y bienhumorada, la consideración respetuosa y amable (no fingida) del otro y la voluntad de beneficio que no se hace en perjuicio del otro, sino satisfaciendo hasta donde sea posible sus necesidades y aún deseos deben imponerse como pautas de conducta de un comercio que ha generado técnicas deshumanizadas, harto frecuentemente. 
Como en la pragmática lingüística, se da por supuesto la relevancia y la cooperación; se da por supuesto en el intercambio comercial, que todo lo que atañe a las necesidades humanas es relevante y que el cliente que quiere satisfacerlas está dispuesto a cooperar en el diálogo, que se establece sobre el objeto de la compra/venta con el fin de ver todas sus cualidades y en qué medida le satisface o no. Ni en este proceso ni en ningún otro, debe aparecer la sombra del engaño, porque lo que se quiere, además del éxito en el mismo, es fortalecer una relación humana coloreada con la sinceridad que es el primer gesto amistoso que fidelizará al cliente. Escuchar con atención e identificar las necesidades es ejercicio delicado pero necesario; rehuir el conflicto estableciendo como campo de entendimiento la amabilidad, no exenta de firmeza, y la sinceridad en las propuestas; planificar adecuadamente objetivos y estrategias flexibles que tengan en cuenta la singularidad humana del cliente y no pierdan de vista la axiología ética personal y social que uno vive; conseguir un clima en que la cooperación del cliente le ayude a comprender las cualidades o virtudes del objeto; poner en positivo dificultades que podrían modular a la baja esas cualidades que tienen su lado menos útil o interesante… etc. todo ello pondrá marca humana en las relaciones comerciales que pueden ser vistas como arte gratificante por cualquier directivo de empresa, comercial bancario, representante de automóviles o mozo de ferretería.
En el periódico solemos dar la bienvenida a una nueva novela (cientos a diario) a un libro de poesía o (horror!) al nuevo disco de cuatro mandagueros que quieren vender cuatro sandeces a las que han puesto música. Pero este libro...
El arte de negociar que pone por delante menos el negocio que el hombre con el que se establece relación comercial, debería ser conocido por todos, porque nuestro día tiene muchos momentos de negociación, desde la más básica cuando hablamos o leemos que entramos en el negocio de los significados, a la más compleja de tipo bancario, pasando por las comerciales donde elegir es sopesar calidades y precios. Leer y aprender a mirar con nuevos ojos lo que hacemos cada día es de interés para todos los que nos movemos en ese inmenso ágora, donde todo puede comprarse y venderse, salvo lo humano que es patrimonio personal sagrado.

Sabemos que todo tiene su técnica. Lo que yo no sabía es que además, en el momento de negociar, podemos poner a prueba nuestra sensibilidad para el otro (siempre misterioso) que nos mira desde sus grandezas y limitaciones desde su ingenuidad o desconfianza, desde su sinceridad, su gusto por la mentirijilla o su cinismo. Una sencilla compra puede ser un gran ejercicio de sagacidad, de benevolencia, de tolerancia o de enérgico “no” cuando uno se enfrenta a la mala fe.
Como ves amigo lector “Negociarte” es algo más que un libro de autoayuda. El léxico es generosamente sencillo (el autor rehúye tecnicismos propios de explicaciones sofisticadas para universitarios); la claridad expositiva meridiana se acompaña de un minucioso orden de asuntos y prioridades; ante los ojos del lector pone un campo humano que ha sido siempre gris para tanta gente desde el siglo XIX ; y, en fin, la experiencia humana de la bondad en la actividad cotidiana genera un fuerte atractivo, mucho mayor, que el que despiertan tantas novelas.

viernes, 16 de marzo de 2012

Una necesidad de Negrín


Parece que el Presidente del Gobierno doctor Negrín  echaba con frecuencia canas al aire y olé. Era sabido de todos. ¡No está mal! Me gusta ese gesto libertario. Es cierto que se degrada algo a la mujer pero, entonces no había tanto feminismo reivindicativo y… ¡Bah! Pelillos a la mar. Todo por la República. Franco en ese terreno era un mojigato. ¡Ah, el erotismo del poder! ¡Negrín, el Presidente del Gobierno, se va de putas! Me divierte mucho el socialismo putero que rompe el tabú y,  en atuendo de descamisado obrero se mezcla con el pueblo más allá de lo que la moral pública de la derechona considera honesto. Hoy para el socialismo que eleva la transgresión a categoría estética y signo de tolerancia e inteligencia, lo cutre consistiría en ir a misa al estilo de Bono y vivir en pecado mortal como él, ji, ji, o como el navarrico: por la mañana la misica, por la tarde partida, cafetico y copica y de noche rosario y putica. El cinismo común siempre ha tomado la careta de la discreción. Izas, rabizas y colipoterras. Madrid, 1937. Burdeles de todo tipo. Putas de toda condición. Costosas putas graves es decir, señoras putas,  y explotadas putillas baratas que, durante la mañana, esperan en las colas de abastecimiento una ración que alivie su hambre. El señor Negrín era un buen fisiólogo y me imagino que le gustaban hermosas, entradas en harina, digo en carnes y bien dispuestas. Había hambre en Madrid. ¡Qué, digo hambre! Se moría de hambre la gente en Madrid, ¿Qué digo en Madrid? en la calle; y ya se sabe lo que hace el hambre. No. Las mujercillas de la vida del señor Negrín tenían que ser relucientes y bien comidas. Me gusta pensar que Negrín por fisiólogo y buen socialista no gustaría de putillas baratas que se vendían por un plato de cocido con tocino rancio. ¡No! Ese no era talante socialista ya con un montón de años de honradez. 

Alguno de la Fundación hoy día, me dirá que no descontextualice las cosas. De modo que me voy a un texto de Azaña que coloca el contexto exacto. El Gobierno está en Valencia. La guerra se prolonga pero los ejércitos rebeldes parecen imparables. El panorama político es desolador. La batalla y el martirio de Madrid continúan. Poco a poco los ejércitos de Franco van acorralando y reduciendo a la República… Día 16 de octubre del 37.

A última hora de la tarde me trajo ayer Bolívar unos decretos que le había enviado Negrín, diciéndole que él no podía venir porque se marchaba a Madrid. Ni del objeto del viaje ni del viaje mismo tuve otra noticia. (La presentación de un decreto a la firma era indelegable, debía ser hecha por el Jefe de Gobierno.)
Al recibir la prensa de la noche encontré en la primera plana de La Voz Valenciana, la noticia  de que el Presidente del Consejo a las 10,30 de la noche de hoy, pronunciaría por la radio un discurso dirigido a la opinión mundial dando cuenta de los trascendentales acuerdos tomados en Consejo de Ministros. (…)
Como los periódicos pasan por la censura, supuse que el anuncio era oficioso. Yo no tenía noticia de que el Consejo hubiera tomado acuerdos trascendentales. Ni había visto al Presidente después de su celebración. Me pareció demasiado. Llamé por teléfono a Giralt, le participé mi sorpresa y le encargué que averiguase el paradero de Negrín en Madrid, para que se comunicara conmigo. Poco después de las doce el Presidente me llamó. Le pregunté qué significaba lo que decía el periódico, qué acuerdos eran esos y qué discurso el suyo dirigido a la opinión mundial sin que yo supiera nada.
Negrín no conocía el suelto de La Voz. Su discurso no tenía importancia. Era uno de tantos como pueden pronunciar los ministros. Pensaba dedicárselo a los madrileños(…)
Giral cree saber que el viaje a Madrid se debe a una “mocedad” del presidente.

El director de La Voz Valenciana era amigo de Negrín y esa noticia es voz de alcahueta, tapadera de escudero no por escudo sino por escudilla. Pero dejemos a Negrín en alguno de los abundantes burdeles madrileños, o en discreta casa particular de tapadillo. Lo que ahora mismo me impresiona es el viaje a Madrid, para un discurso sin importancia, uno de tantos como pueden pronunciar los ministros, dedicado a los madrileños. Bla, bla, bla para madrileños hambrientos.  Lo de ir de putas está bien. No hay que cargar las tintas. La prostitución de la palabra es lo horrible. La tapadera de un discurso dedicado a los madrileños es lo obsceno, lo indecente, mucho más que el rosario del navarrico. Madrid hambrienta, martirizada ciudad bombardeada por los fascistas… engañada, entretenida con el discursito “para madrileños” de su presidente de Gobierno. ¡Puta y apaleada! ¡Hay que resistiiiiir! ¡Madrileños, hasta la última gota de sangre! ¡No pasarán! ¡Madrid será su tumba! ¡Hay que resistir! ¡Mierda, mierda y mierda! Y aquella especie que tanto molestaba a Azaña: “¡Pronto habrá guerra en Europa y el fascismo será derrotado; hay que resistir!”... donde se pretendía que el mal de España se solucionaría con un mal mucho más grande.
Cómo me gustaría conocer el contenido del discurso para ver el cinismo abisal del doctor que, en ese momento concreto, dirigía los destinos de España desde una casa de putas. Todo un símbolo.
  Sé lo mucho que el doctor trabajaba y que ni él ni Azaña, ni Indalecio escatimaban su tiempo. Lo sé muy bien. Pero la  coartada del discurso en ese momento, es una indecencia. La prostitución no está en el burdel elegante o barato sino en la palabra. No me lo discutas. La prostitución no está en la palabra “puta”, sino en la “palabra” en el discurso para madrileños muertos de hambre, con el que se trata de justificar la ausencia del puesto de trabajo. Eso que hacen tantos funcionarios hoy en do menor sostenido: “Manoli, tengo que hacer un poco de compra. Si me llama el jefe dile que estoy en el piso de abajo buscando un expediente”…
Azaña lo narra con frialdad, sin simpatía pero sin acritud, quizá con melancolía, porque era enormemente sensible a los símbolos. El hombre tiene sus necesidades.