viernes, 25 de febrero de 2011

Miguel Sebastián


No es posible. Doume a todos os diaños. Lo oí en una cadena de tele. El ministro de Fomento daba por fin una buena noticia para nuestra economía: -Si la crisis del norte de África perjudica nuestras importaciones, ello se compensa con el aumento de turismo en las costas españolas. Quiero pensar que no ha sido premeditada su afirmación sino que se le ha escapado una “verdad de esas que se callan cínicamente”, un flatus vocis o un “flatus culi”(me lo acabo de inventar). No es posible que un ministro de Fomento de mi país diga eso sin pensar en los muertos y la desgracia de los pueblos del Magreb. Me recuerda aquella otra cínica marranada de que la guerra de Irak prometía importantes beneficios económicos para España. Un espanto. Hagamos unas frases más para caernos de culo moral: Las hambrunas africanas favorecen nuestras importaciones. El aumento del aborto disminuye las bocas que reclaman alimento y disminuye el gasto de la Seguridad Social. El crecimiento del Sida mejora la caja de nuestros laboratorios. Los pederastas deben usar medios de protección sexual seguros. Las pérdidas de la S. S. durante el invierno, se compensan un tanto, porque el invierno eleva la tasa de mortalidad de pensionistas. Las guerras africanas mejoran mucho nuestra exportación de armas… las gallinas que entran por las que salen… Cuanto más tonto sea un político los beneficios de la inocencia y el buenismo serán mayores para la política en general. Cuando todos los políticos alcancen el grado de idiotez suficiente, todos viviremos mejor en el limbo de los gilipollas o seno de Abrahán.

sábado, 19 de febrero de 2011

MADERA DE BOJ Camilo José Cela.


Narrador y oyente: casi un monólogo interior.
Cela ha abandonado hace tiempo la ficción de la narración escrita a favor de la narración oral. Como si registrara una larga conversación en la que el interlocutor, el otro, sólo interviniera sumisamente de vez en cuando para una puntualización, una aclaración o una reflexión sobre la forma misma en que se le está contando todo, Madera de Boj es una narración que nos deja solos ante una realidad dada de manera dialogal. Asistimos a la conversación, (tomamos una y otra vez la novela ¿todavía sigue ese pelma contando naufragios? Esto me parece que ya lo ha contado, parece que este tío se repite igual que la morcilla de mi pueblo. ¿Y ese bobalicón que escucha, ¿estará borracho también?) atónitos, incapaces de seguir ningún hilo por el que alcanzar el ovillo o el tapiz que todo novelista debiera tejer. O quizá lo que hace el novelista es soltar pacientemente la trama vital en la que antes se tejían los argumentos. Estamos en la época en que Penélope desteje la tela, y en el suelo yacen todos los hilos que fueron antaño materia de creación amorosa.  Hay miles de frases que parecen el incipit. Es como si el autor no pudiera salir del incipit, cuando el libro avanza seguro registrando anécdotas para un argumento imposible que se organiza y se desorganiza en la cabeza de un loco o un borracho o un demiurgo.
No me extraña que esta novela provoque la rabia incontenible de los que siguen aferrados al antiguo esquemita de introducción, nudito y desenlace, o a la descripción finolis de sentimientos y emociones pretendidamente sutiles. No me extraña siquiera que un crítico tan fino como Senabre eche de menos un mínimo hilo argumental, (no hay inconveniente en admitirlo, si lo que quisiéramos fuera otra novela). Hay muchas novelas hoy llenas de guiños al lector que parecen decirle: - Sí, claro que sí. Tú también conoces estas sutiles sensaciones porque eres una persona culta. Pero Madera de Boj no, Madera de boj no es una novela porque no se detiene en el análisis de sentimientos, emociones e ideas ingeniositas y bien dichas y redichas, ni en argumentitos para lectores simples.
Imitando a Cela habría que decir de la novela lo que él dice de la vida: La novela no puede hacerse con madera de boj esto no es seguro porque hay gente que cree que sí. En Fisterra lo que se dice ahí mismo en la piedra que dicen Os Meixidos,  bueno, a medio camino entre Centulos y Fisterra  o tal vez en Madrid mismo el día de san Epafrodito de MCMXCIX (Colofón)  naufragó la novela. El poeta consiguió hacerla de madera de boj y ningún barco de esa madera flota; los pecios se van al fondo con toda la tripulación. ¡Vaya destino! A Celso Tembura le pegó una hostia un esqueleto, sor María tuvo un novio mercante al que mató la mar los moros y los cristianos de la aldea de Trez, que está en cuesta, a los carros hay que atarlos para que no escapen se pelean el día del Apóstol, ganan siempre los cristianos… se fueron al fondo… Se conoce que el capitán que conocía muy bien el rumbo del patache novelesco, quiso dar un escarmiento a la historia, otros dicen que cuando se rajaron los fondos de la novela contra la roca de la vida, el capitán don Camilo José Cela, estaba meando por la borda con la gorra echada a la nuca forcejeando con el galernazo.
Pero ¿no será este un nuevo camino para la novela del nuevo siglo? A lo mejor, hace mucho más tiempo que la novela naufragó, me refiero a Mazurca o Cristo versus Arizona; a lo mejor como vaticinaba Hegel todo el arte entero ha naufragado y la novela ha muerto. El día de San Epafrodito se encontró muerto un artista con el reloj en marcha, se conoce que llevaba poco tiempo muerto, alguien le robó el reloj, ¿para qué lo quería ya?  Y ¿no va esto también un poco revuelto y sin mucho orden? Ya le he dicho.

MADERA DE BOJ Camilo José Cela.

El Callejón del Gato

Cela, el mejor prosista del siglo XX, es el heredero directo de Baroja y de Valle Inclán. De Baroja aprendió el hermoso desorden y el tratamiento de los personajes que tanto irritaba a Ortega: unos cuantos rasgos trazados a vuelapluma, una opinión personal del narrador,  un puntapié en el trasero y a escena. Lo que pasa es que, lo mismo que aparecen, desaparecen tan justificada o injustificadamente como en la vida. Si reaparecen vuelven a ser descritos de la misma manera con una nuevo matiz en la opinión que el narrador ya tiene de ellos.
En el Esperpento, Valle aseguraba que (es preciso usar la traída y llevada frase del autor) los héroes clásicos habían ido a pasear al Callejón del Gato. En Madera de Boj y ya en la Mazurca, y Cristo versus Arizona, Cela hace que sus héroes den un paseo por ese callejón, también. Algún pilluelo sin embargo ha apedreado los espejos cóncavos y convexos y a la deformidad del reflejo se añade el fragmentarismo que es el carácter esencial de arte del siglo XX. En lastimoso desorden,  cada uno de los minúsculos espejuelos esparcidos por el suelo refleja nada más que una partecita  mínima de la realidad, de la ominosa realidad de la vida, de la deforme realidad que es España. Cela ha llevado al extremo la idea del fragmento como elemento mínimo de composición novelesca. –Podréis reconstruir la realidad que os doy, pero os va a costar dios y ayuda, - parece decir y, justamente, porque la vida no se deja apresar por el orden de la mente. En efecto, Madera de Boj no es un libro fácil, porque todo anda un poco revuelto como reiterativamente se dice, pero no tanto; o bien al revés: como el orden es una pretensión bastante tonta de la vida, todo está un poco ordenado; según se mire. Si se consiguiera reordenar los espejuelos rotos es posible que se consiguiera una realidad ordenada tan zamba, zurda y delirante como la que nos da el libro. Ni una concesión al lector y a los restos de orden que queden en la mente crepuscular del siglo XX. Nada. El delirio: el rap. 

MADERA DE BOJ Camilo José Cela.

Hay mucho mandanguero de la novela. Pero si quiere usted un libro hermoso y duro, lea este libro de Cela. Durante unas cuantas entradas lo trataré. Pero ya le advierto de que la "técnica crítica" corriente, creo que no vale para este texto alucinado y alucinante. Por ello prefiero acercarme a él por otro camino.

Eso va en gustos. Hay gente que escribe sutilezas y la novela dice muy bien, muy lógica  y muy finamente lo fina que es su forma de percibir, tan sutil que a veces no hay percepción siquiera, sino sólo artificio de lenguaje, y hay otra gente que escribe a cantazos y seguimos la trayectoria de la piedra que dice: así es la vida y al que le toca le toca. Me refiero a Madera de Boj donde también muchos lectores, muchos buenos lectores naufragan. No sé si esto que voy a decir irá ordenado. Se conoce que la vida impone orden o desorden según se mire. La vida en fin, parece una escollera; piedras que emergen, que asoman un momento en el vaivén de las olas.

Finis terrae, finis saeculi, finis narrationis.
Cela es el poeta de los bordes, de los límites extremos. Si se le preguntara para qué sirve una frontera, estoy seguro que respondería, para saltársela. Madera de Boj es una mirada sombría sobre dos bordes sombríos: el de la tierra y el del siglo. Precisamente cuando todo parece resuelto, cuando la palabra bienestar se ha instalado en el alma occidental; cuando hemos descubierto el pequeño paraíso… del chalet adosado y pagamos con plástico en cualquier sitio, porque se confía en nosotros; cuando nosotros, hombres de la calle, los que nunca fuimos nada, somos lo más importante según el poder que sube o baja; cuando nuestros representantes envían enseguida un avión de buena conciencia a cualquier catástrofe ¡tranquilos, hacemos lo que podemos!, entonces aparece esta novela tan poco amable… ¿Pero es que este señor siempre tiene que ser tan inoportuno? –me decía una buena y culta esposa de un buen médico aficionado al arte. ¡Al final de la tierra, al final del siglo, todos estos naufragios! Sí, todos. Náufragos en el mar y en la tierra confundidos vivos y muertos. Todo ha sido un inmenso naufragio. Todo en ti mundo adorado, todo en ti fue naufragio. Y la mirada del poeta fría, conmovedoramente lúcida, cruelmente testimonial, como en un arabesco complicadísimo da cuenta de ese inmenso naufragio que es la vida. Ah, desilusión de Occidente: la gaviota va por el mar hasta la Gavoteira, la cornisa en la que anidan centenares y centenares, quizá miles y miles de pájaros, mirando para el oeste, para el mar que sólo cierra el horizonte, por el que cruzan las ballenas. (Frente a un pesimismo tan atroz sería bueno recordar el optimismo nietzscheano del último aforismo de Aurora, cuando se cerraba el siglo XIX con tan negros horizontes. Otros pájaros volarán más lejos… etc. ) [1]
Cierto que cualquiera puede echar mano de unas cuantas categorías tradicionales y, sin más contemplaciones decir: Esto no es una novela. Bueno, pues no, si usted lo dice. Ya se ve que todo anda un poco revuelto. Seguramente no es una novela, por lo del desorden. Lo que pasa es que Madera de boj sigue ahí, no desaparece, y mira burlonamente al preceptista: ¿Conque no, eh? ¡Vaya, vaya!
No es lugar para una discusión teórica pero sí de señalar de pasada que cada novela, cada experimento propone una rectificación del concepto que nos permite llamar novelas al Lazarillo y al Ulysses sin demasiada inquietud teórica.
¿Qué tiene Madera de boj que la hace a mi juicio digámoslo atenuadamente,  (un gran) producto novelesco?


[1] NOSOTROS ERONAUTAS DEL ESPÍRITU. Todos esos pájaros atrevidos que vuelan hacia los espacios lejanos, cada vez más lejanos, llegará ciertamente un momento en que no puedan ir más lejos, en que se colgarán de un mástil o de un árido arrecife, felices todavía de encontrar ese miserable asilo. Pero ¿quién tendrá el derecho de concluir que no hay ya ante ellos una vía libre y sin fin y que han volado tanto que ya no hay ante ellos una vía libre? Sin embargo, todos nuestros grandes iniciadores y todos nuestros precursores han acabado por detenerse, y cuando la fatiga se detiene no toma las actitudes más nobles y más graciosas; ¡así será contigo y conmigo! “¡Otros pájaros volarán más lejos!” Este pensamiento, esta fe que nos anima toma impulso, rivaliza con ellos, vuela cada vez más lejos, se lanza como una flecha por los aires, por encima de nuestra cabeza y la impotencia de nuestra cabeza, y de lo alto del cielo ve, en las lejanías del  espacio, bandadas de aves, mucho más poderosas que nosotros que se lanzarán en la dirección en que nosotros nos lanzamos, hacia donde todo no es más que mar, mar, mar. ¿Adónde queremos ir nosotros? ¿Queremos remontar los mares? ¿Adónde nos arrastra esta pasión poderosa que domina sobre toda otra pasión? ¿Por qué ese vuelo perdido en esa dirección hacia el punto donde hasta hoy todos los soles “declinaron” y se “apagaron”? ¿Se dirá un día de nosotros que también nosotros, dirigiendo el timón siempre hacia el Oeste, esperábamos alcanzar una India desconocida, pero que nuestro destino era fracasar ante el infinito? O qué, amigos míos, o qué... 

martes, 15 de febrero de 2011

COSILLAS

1. Hay gente que anda a gritos. Te mira y grita algunas de sus verdades. Y el caso es que no estás sordo. Conviene pararlos en seco: ‑Oiga, ¿por qué grita? Los gritos no son argumentos. Los gritos sólo manifiestan el deseo que uno tiene de creer en lo que dice. Hay gente que grita con la pluma cuando escribe. General­mente procede del mundo del periódico. Cuando los grititos (¡Mi­rad que lista soy y que ingeniosa! ¡Aprended hombres de mi!...) son de alguna progre  cuyo reloj se paró en el 68, mujeres donde lo bonito y lo preten­didamente brillante y el humor ingeniosillo... en fin: ¿ para que hablar de la coquetería de unas mujercitas que toman ideas como libertad o independencia cual si fueran un abalo­rio más? ¿O el discursito idiota de esas feminazis que dividen el mundo en campo de batalla entre machos y hembras?  Acaso fuera bueno devolver a estas últimas a la cocina, de donde escaparon injustamente... pero no me hagan caso porque el enfado me está refutando.

2. "Cualquiera debería ser suficientemente fuerte para escuchar los cantos de sirena sin necesidad de ser atado al mástil de la barca, como Ulises". Esto me lo decía un buen amigo cuya sordera era notoria.
3. Lo más penoso de la amistad rota suelen ser las largas explicaciones. El silencio es mejor. El silencio es el bálsamo más delicado para las heridas. Se ha perdido la capacidad de vivir  juntos las "bellas" ideas, los sentimientos hermosos. ¿De qué sirve que tengamos las "mismas" ideas? La amistad y el amor no se basan nunca en ideas.
4. ¿No es estúpida la idea de un Dios que da a sus criaturas la razón para que busquen la verdad y aprendan a conducirse en la vida y luego les exige fe en absurdos gratuitos? Desnaturalizar a un hombre para hacerlo un Dios, supone que luego, durante dos milenios se pierde el sentido de ser‑hombre.
5. "Yo quiero hacer en todo momento lo que me gusta". Este es el nuevo sentido de la existencia y a esta pobreza estética se la llama libertad. En realidad, creo yo que esa fórmula es la causa de la decadencia de la aristocracia que deja de hacer lo que debe, para hacer (y puede hacerlo) todo lo que le gusta. Aunque este pensamiento sea de Ortega y Ortega ya no esté de moda, cuánta verdad encierra. Sobre todo, cuando se trata de elegir carrera, los padres suelen salvar su responsabilidad dejando que el mucha­cho elija guiado por su gusto. Eso sí, están prestos a poner el dinero y a hacer los sacrificios que sean. Con frecuencia el gusto del muchacho está peor formado que su inteligencia, ya que, en los planes de enseñanza eso es cosa vedada: con ello los batacazos suelen ser monumentales; eso sí, se salva la buena conciencia de los padres. No está mal recordar esto en Septiembre.
6. DEFINICIONES.
a. Soñar. Cerrar todas la puertas a las imá­genes para liberar las que callan en el interior.
 b. Rezar. Cuando se hace con convicción, es tomar la postura del esclavo para hacer la pequeña locura de la que nos reiría­mos en la calle, (‑El pobre, ‑solemos decir- va hablando solo), mientras sostenemos la ficción de que alguien escucha tras la gran puerta del cielo estrellado.
c. Reprender. Utilizar el lenguaje más eficaz para corre­gir   en los demás lo que nos molesta de nosotros mismos. En todo caso, raspar el azogue del espejo.
d. Oración. Estructura lingüística (S/P) que pretende arrancar respuestas al vacío. Se acompaña a veces de gestos y visajes extraños o de una inmovilidad de gusano en peligro. A veces se repite lo mismo hasta la náusea, llevando la cuenta de lo que se dice con unas especie de ábaco, una cuerda llena de bolitas.
e. Silencio. Voz que se refiere al vacío. No sólo no está reñido con la verborrea sino que ésta suele ser una de sus formas más insoportables.
f. Necedad. Pequeño derrame lingüístico. En plural, son frases extraídas del lenguaje común que, dichas con una potente voz, suelen suplir la falta de sentido de lo que se dice. Escú­chese a la mayor parte de los políticos; generalmente ese hablar los diferencia de los hombres de estado y de las personas cultas.
g. Amor. Monólogos en los que los silencios son cada vez más prolongados.

OPINANDO A DAR

1. "‑Pues la tierra entera es la tumba de los grandes hombres". Dejo reposar en mi alma esta hermosa frase de la Oración Fúnebre de Pericles y pienso que es preciso dejar que la muerte ilumine de tal forma mi vida, que llegue a ser digno de una tumba tan hermosa.
2. La muerte tiene más alicientes de los que se cree. Por de pronto el aliciente de todo lo desconocido, misterioso y terri­ble. Tiene además el aliciente de lo estable y lo verdadero. Y, además, dicen que es de miel; los hombres azules del Sáhara, aseguran que el tercer té de la tetera ha de ser dulce como la muerte. ¡Dulzura de la muerte! Para mí es especialmente atractivo ese descanso que promete porque llevo varias noches sin dormir.
3. Cuando un maestro, hastiado, abandona todos los gestos in­transigentes  que marcaban su moral o su estética, observa con estupor que sus alumnos convertidos a su vez en maestros lo miran con recelo, sospechando que ha traicionado las verdades que les enseñó, para "integrarse" en el sistema de poder.
4. ¿Por qué la educación religiosa cegó el pozo de la estética en mi alma? He tenido que alcanzar un poquito de arte, solo y contra la estupidez ñoña que unos religiosos plantaron en mi alma infantil.
5. "En verdad os digo..." ¿Es curioso que todos los salvadores repitan fórmulas como ésta? Como si fuera gente insegura que necesitara creer en si misma.
6. Aunque Dios hiciera caer la misma cantidad de agua para todos, que no lo hace, jamás llueve de la misma manera sobre justos y pecadores, entre otras cosas porque los justos son una raza extinta, y los pecadores llevan paraguas.
7. Si alguien te maldice, no lo bendigas. No quieras humillar a nadie. Maldícelo tú también un poco, para que no se sienta muy canalla. En el fondo todos somos algo canallas.
8. LO MISMO PERO DE OTRA MANERA. Procura no humillar al que te hace daño, haciéndole un bien. Aunque sea un poco, hazle tú también daño. Dale la oportunidad de tener alguna razón contra ti y que sienta que el mal que te hizo era justo... mucho más justo de lo que quieres reconocer.
9. Nunca sacudas el polvo de tus sandalias contra nadie, sin consultar antes la dirección del viento en las próximas horas. Los periódicos informan puntualmente, pero la gente no escarmien­ta.
10. De vez en cuando el amor puede mostrarse como burla y menos­precio. Son éstas, dos buenas formas pedagógicas para mejorar la condición de los amigos. Sin abusar, naturalmente.
11. Si alguien te hiere, no andes exhibiendo vendajes, ni cojees, ni hagas nada que huela a autocompasión. El que nos hiere no siempre es nuestro enemigo. Si el que te hiere se declara enemigo tuyo, acéptalo si ves grandeza en él. Si no vas a aprender nada de él, no será un buen enemigo sino un mal amigo.
12. Si quieres ser bueno, debes aprender a leer con cuidado el Evangelio, para no llegar a creerte santo. Si quieres ser puro, no leas a S. Pablo; los ascetas suelen atrofiar la sensualidad y, con ella, la sensibilidad y la estética. Si quieres gozar de una sensualidad limpia, apártate de los Hechos de los Apóstoles, un libro vulgarmente sensual, escrito en un griego infecto según di­ce mi esposa, experta en ese idioma. Las llamas de Pentecostés sobre los apóstoles parece que les permitieron hablar varios idio­mas al instante, pero me temo que bastante chapuceramente. Podían haber ido a una buena academia para perfeccionar la inspi­ración.
Y 13. ‑Todo esto te daré, si postrado a mis pies me adoras.
‑Lárgate. Apártate de mi, gilipollas, estamos en el año treinta y dos. Cuando llegue el momento se lo dirás a Botín, o se lo propondrás a Wall Street o al Vaticano si quieres. Déjame ahora que descanse viendo cuántas cosas no necesito.

Voces erráticas


1. La grandeza del pasado  es un enigma porque, de ella, no nos llega más que lo externo. Se nos ha perdido la constelación de relaciones que le daba sentido desde el interior. Digo esto ante la Catedral de León cuyo enigma lo era ya para los hombres que la vieron elevarse. Digo ante un grupo de alumnos que surgen de su pasado como un enigma con patas y se dispersan en Junio empujados por todos los vientos de la rosa.
2. Hay gente que usa demasiado frecuentemente esa frase que se repite hasta la náusea: ‑Yo es que lo tengo muy claro. Además de ser un tópico lingüístico un tanto bobo, con una notoria pobrete­ría sintáctica, convendría recordar que tener las ideas muy claras no significa que éstas sean verdaderas. ¿Pero si no se habla de lo verdadero o lo bello, de qué se habla? Hay gente muy necia que verbaliza todo lo que se le ocurre; elaborándolo en una sintaxis más o menos correcta nos sirve su discurso como verdade­ro, con una seriedad risible. ¿Quiere comprobarlo? La mayoría de las declaraciones de la política por mor de la cautela, o por des­gastar al enemigo, suelen decir cosas muy claras que, o no son verdaderas, o sólo son verdaderas en parte, con lo cual son do­blemente mentiras, o ni son verdaderas ni falsas sino sinsentidos. Repase la prensa llamada del corazón o los sermones parroquiales y haga una estadística de las vaciedades que se dan como verda­des. ¿No le parece asombroso? Pero Ud. no diga esa frase tan pobre y si me permite un consejillo, no use la palabra "tema". Créame. La palabra tema encierra un problema de significación más arduo de lo que parece.
3. Hay que procurar alejarse de todo el que usa demasiado el pronombre personal de primera persona. Y también del que usa con frecuencia palabras como "evidentemente","lógicamente". Es gente que suele tratar de imponer un dogma.
4. El que enseña, el hombre bueno que se dedica a esta desdi­chada profesión, si no se cuida, termina interesándose sólo por aquellos pocos conocimientos que pueden transmitirse y peor aún, por la forma de transmitirlos. Esta es la miseria de nuestros centros de enseñanza y no el hecho de que, generalmente, la actividad educativa está mal pagada. En la mayoría lo que falta es el conocimiento. Muy pocos tienen música que contagie. Una gran cantidad, son funcionarios, (con eso está hecha su alabanza).
5. Una buena manera de hacer héroes es la de perseguir  hombres vulgares por causa de su ideología. De esta forma, el franquismo consiguió "héroes grandiosos" donde sólo había tipos mediocres. (Todos ellos están sentados en las mismas poltronas de la dicta­dura.) Lo mismo ha ocurrido con el cristianismo. Si se repasa el martirologio se verá que está lleno de gentecilla vulgar empeñada en derramar su sangre por la única idea que cabía en su cabecita.  
6. Siempre es sorprendente ver cómo incurrimos en la ira de aquel que siendo vulgar lo identificamos como tal cuando se le escapa una necedad. Un compañero mío, por ejemplo, casi me retiró el saludo, porque asegurando que "la voz del pueblo era la voz de Dios", me permití apuntar que un enunciado semejante estaba vacío de contenido e indicaba poca finura intelectual. El pueblo tiene la voz que la propaganda del poder quiere. Hoy el pueblo tiene la voz de la televisión.
7. Cuando niños, si alguien nos hacía daño y fortuitamente se caía o se hería con algún objeto, decíamos: "Castigo de Dios". Vagamente entendíamos que el dolor era el medio de corregir al que se equivoca o hace daño a los demás: el castigo como medio de educación. ¿Qué sentido tiene pues un "castigo eterno". La educa­ción no, desde luego. ¿La satisfacción de un mezquino instinto de venganza?... Pues bien, hay mucha "gente culta" que acepta esta creencia insensata y la pone como cualidad de su Dios.
8. Bebe, bebe, bebe. El vino se apodera de él pero de ninguna manera el espíritu del vino. Es que, en la fiesta del espíritu, el vino ocupa un lugar importante, pero en la fiesta del vino de este necio, lo que está ausente es el espíritu. Y además escribe.
9. Llevan cincuenta años juntos pero solos. Pasean por la Con­desa, y él lleva un transistor pegado al oído mientras ella observa distraída a los demás paseantes. No les dieron una educa­ción adecuada para vivir juntos y tampoco se prepararon para vivir solos. Por eso son desgraciados. Es inútil que se divorcien y es inútil que permanezcan juntos. Melancólico ¿no?
10. "‑Pues la tierra entera es la tumba de los grandes hombres". Dejo reposar en mi alma esta hermosa frase de la Oración Fúnebre de Pericles y pienso que es preciso dejar que la muerte ilumine de tal forma mi vida que llegue a ser digno de una tumba tan hermosa.

Voces erráticas

1.  Abusa Ud. del lenguaje. Eso no quiere decir nada.
Este es de los que quieren NADAr y guardar la ropa.
No quiero saber nada de ti
Nada, chico. Habrá que tomar medidas...
Gracias... De nada.
Lo siento. No hemos podido hacer nada.
Nada de lo que vivimos fue verdad, ¿verdad, Lolita?
¿Qué quieres tomar?  Nada, gracias.
No tengo ganas de nada, ni de morirme por el esfuerzo que  supone.
“Nada que siendo, es poco, y será nada, en poco tiempo que  ambiciosa, olvida"(Quevedo)
Nada más llegar yo, se estropeó la fiesta.
La nada nadea. (Heidegger)
 Observemos que el único horizonte de nuestra vida es nues­tro lenguaje y no sólo que hay miles de frases posibles en las que la nada y la negación son componentes esenciales sino que, además, cada aserto afirmativo tiene su negación. Es decir nues­tra vida es NADA en mucho más de un cincuenta por ciento.
Nada me aburre tanto como esta idea.

2.  Es como para desesperarse. Cuando reclamo mis derechos, los compañeros me miran  en silencio y leo en su cara lo que piensan:     
No son sus derechos, sino privilegios.
 En cambio cuando ellos vocean sus derechos son siempre derechos.

 3. Una prima mía, que descubrió tarde los "libros santos" a través de esos infatigables y divertidos voceros que son los Testigos de Jehová, se convirtió rápidamente en predicadora y yo procuraba escucharla amablemente. Con el fin de acabar con algu­nos reparos que yo ponía a la inspiración divina de esos libros, me dijo: -Mira, primo, no le des más vueltas; Las palabras de la Biblia son verdad porque son palabra de Dios
Y tú ¿por qué lo sabes?, pregunté con más dudas que nunca.
Porque lo dice la Biblia, y si no, mira las profecías.
Este tipo de hechos ilustra mucho sobre la forma en que el cristiano necesita creer contra toda razón.

 4. Cualquiera está dispuesto a reconocerlo todo menos su propia tontería por aquello de que el sentido común es lo mejor reparti­do entre los hombres, que decía el Cartesio. En una ocasión escu­ché este diálogo entre colegas.
     El esclavo griego vivía "mejor" que el obrero actual.
     Es posible, pero no dejaba de ser un esclavo.

5. Desconfiar, no sólo de los políticos, sino sobre todo de los que no tienen otro tema de conversación que las "hazañas" de los políticos. Lavarse las manos después de tocar esos asuntos.

6. En este país, los curas han renunciado al canto de las horas y con los jóvenes fieles (fidelidad coyuntural la de los jóvenes en continuo cambio), cantan, bailan, tocan la guitarra y frecuen­tan las discotecas. El "santo" que se alejaba del mundo para encontrar a Dios, pretende ahora encontrar a Dios en el mundo... justo donde no puede estar su reino. Así han llegado a convertir­se en la buena conciencia de la juventud más aproblemática, la juventud sin alma. ¡Ridículo! El buscador de la verdad colaboran­do en la gran mentira, la alienación.

7.  Escuché el poema de un amigo. No hubo más remedio. Era como ese calor estival que obliga a las ovejas a esconder su testuz unas bajo el vientre de las otras. Pero me vengué leyéndole a mi vez uno mío. El que a verso mata a verso muere.

8. Puestos a elegir yo prefiero que Dios no exista.  Soportarme a mi mismo tantos y tantos años ya es un fastidio más que regu­lar. Soportarme eternamente en el cielo o en el infierno, es demasiado. Soportar a los demás por toda la eternidad es un postre excesivo para una comida excesivamente copiosa.

9. Más barato. Mayor comodidad a menor precio. Conseguir mucho por poco dinero para tener más dinero para adquirir mucho más. Eterna rueda de la estupidez del consumo como fin de la vida. Pero el sabio necesita menos cada día por afirmación de beatitud.

10. La grandeza del pasado es un enigma porque, de ella, no nos llega más que lo externo. Se nos ha perdido la constelación de relaciones que le daba sentido desde el interior. Digo esto ante la Catedral de León cuyo enigma lo era ya para los hombres que la vieron elevarse. Digo ante un grupo de alumnos que surgen de su pasado como un enigma con patas y se dispersan en Junio empujados por todos los vientos de la rosa.

lunes, 14 de febrero de 2011

A vueltas con la religión en la escuela

Antes de llamaba SCR -Sociedad, Cultura y Religión- una idiotez más de la LOGSE y su extraño resentimiento contra la escuela y la enseñanza, a la que hay que "METER EN CINTURA" Hoy seguramente tendrá otro nombre. No me preguntes cuál, amigo lector, porque lo ignoro, pero hayla. Si ha cambiado mucho, bien, pero la idiotez permanece porque... es..."lo que permanece."

“Yo, señora,juro por Dios que no soy creyente.” Esta es la paradoja en la que tanta gente cae cuando se escandaliza por la pretensión de la llamada derecha (¿qué será eso?) de imponer la religión en la escuela que "tiene que ser"laica. Los que piden la religión en la escuela no suelen ocultar intenciones pastorales, lo que suele resultar molesto para los que piden laicismo estricto en la escuela. También yo sentía un cierto malestar cuando un cura, intelectualmente poco cualificado, aprovechaba el prestigio que da el que la materia sea una asignatura en paridad con la física, para impartir dogmática o moralina presuntamente desprendidas de la doctrina cristiana. Ahora con un pie puesto en el expediente de jubilación para que no se me vuele, cuando la enseñanza me parece ya cosa de otros, que seguramente me harán bueno como asegura el refrán, ahora digo, ya no estoy seguro de qué camino tomar y de si es necesario tomar un camino. Lo que sí convendría que desapareciese es ese bodrio que se ha metido como sustituto de la religión. Una asignatura que se titula,  “Sociedad, cultura y religión" o de cualquiera otra manera que como una bufanda oculte su contenido idiota. Verás amigo. Estaba yo actuando como profesor de guardia, y ya tenía firmado el parte  (véase cuánto perdura el léxico castrense de la dictadura)  cuando  escuché, en un aula, eso que se llama “follón” en la terminología estudiantil. Abrí con tiento la puerta, tanto por miedo a que un mozallón me sacudiera con una silla, como por miedo a que fuera el profesor quien permitía tal barullo, pero, nada. Como la ventana estaba abierta, pensé: el profesor voló. -¿Qué tenéis agora, queridos discentes? –pregunté con temor y temblor. – SCR - me contestaron. - Quién da semejante despropósito - inquirí de nuevo. –Don Alonso, el de inglés  -me contestaron.  -Y ¿qué hacéis en esa hora y asignatura? -¡Nada!  - Hombre, nada, nada... Algo haréis, algo haréis queridos discentes ¿no? - No señor, nada. - Pero tendréis un libro de texto...- dije con intención de obligarlos a estudiar.   –No señor, no tenemos texto... - Pero os darán algunos apuntes... - No señor. A veces el profesor habla, a veces debatimos sobre cosas de prensa, a veces comentamos cosas culturales como el botellón, las drogas, los videojuegos o una película de Banderas. –Vaya, vaya –dije para mi capote. Y cerré la puerta y me fui a la sala de profesores rascándome la calva. Llamé por teléfono a la dirección provincial: - Ya saben que quiero una jubilación anticipada ¿han llegado los papeles? –No sea pesado, hombre, ya le llamaremos -me contestó Ana, uno de los ángeles de la sección de personal a punto de perder la paciencia.
Por otra parte, - juro por Dios que no soy creyente – insisto, se me hace arduo pensar que un estudiante quiera mantenerse al margen de la religión si se tiene en cuenta que, sociedad y cultura tienen en ella también sus raíces. Me espanta que no quieran al menos conocer de quÉ trata. Cuando ante un cuadro de la huida a Egipto un chico pregunta por el tío de la burra, o ante un san Jerónimo, qué hace ese tío pegándose con una piedra ¡qué guarro, y con una calavera!...., entonces insisto - juro por Dios que no soy creyente- me dan ganas hasta de bendecir cualquier reforma que hable de calidad. ¡Por caridad, señora ministra, un poco de calidad!
Hay otra asignatura que me aturde hasta la diarrea por la vaciedad que tiene, incluso como título:Transición a la vida adulta”. Sólo a un pedagogo o a algún otro descerebrado se le puede ocurrir tal materia y que tal materia sea enseñable. Al comienzo, cuando me reincorporé al aula después de varios años de ausencia, leí mal y pensé. La Logse ha seguido su curso. Los males tienen tanta eternidad como los bienes. Esta asignatura es cosa de feministas ¿a quién se le ocurre poner en la escuela una transición a la vida adúltera? Vi una profe, de pelo corto, pantalón desastrado, gafas de intelectual cesante y una carterona de ejecutivo en empresas cárnicas y pregunté: -¿Es usted/a la catedrático/a de “Introducción a la vida adulto/a”? Me miró con muy mal gerol y me espetó: -¿Es usted tonto? ¿No ve que yo soy de INEF? Yo insistí también con más de lo mismo: -Pero catedrática/o? - Ahora ya no hay catedráticos/as –me contestó. Todos somos profesores/as de secundario/a. Y esa asignatura supongo que la darán los de historia que es el totum revolutum donde suelen caer todos los marrones. Y me quedé pensando: con razón le llaman secundaria, porque verdaderamente es enseñanza prescindible. Los alumnos deberían pasar directamente de la primaria a la Universidad o al paro.
 Vuelvo a la religión. Algunos, atrapados por una especie de mala conciencia, piensan que habría que sustituirla por la antropología de la religión, otros que por una “historia de las religiones”, otros que la alternativa de la ética está bien y que la religión sea voluntaria y no sea objeto de evaluación. Hay gustos y opiniones para todos, porque en Educación, a ver quién es el tonto que no tiene una opinión muy clara. Desde luego, si no hay evaluación no hay religión. Y los peores enemigos de la religión son los que la quieren sin evaluación. Pero, ¡si la religión misma se reduce a un montón de evaluaciones y a una evaluación o juicio final.! Por fin los hay enemigos de la religión que dicen: -Dejad tranquilos a los curas que ellos mismos acabarán no sólo con la religión, sino con la religiosidad.
Yo, - que juro por Dios que no soy creyente- maldigo de asignaturas como SCR o Transición a la vida adúltera, perdón, adulta, y quiero que se mantenga la religión como asignatura. ¡Toma ya! No hace daño a nadie, da consejos benévolos para la vida, desarrolla sentimientos cercanos a la poesía, alivia de la mala conciencia, ahorra psiquiatras... y, para que no haya lugar a dudas, si yo pudiera, la impondría por decreto con este temario más o menos. La primera lección (¡no, unidad que suena a Logse!) la titularía así: De la posible inexistencia de Dios. La segunda: La pérdida de Dios como fuente de libertad. La tercera: “Ser como dioses”, hontanar de todos los valores. La cuarta: Vida santa para rellenar el hueco de la muerte de Dios. La quinta: en Re menor. Música y poesía como hechos religiosos. La sexta: Cristo: el hombre y sus propuestas de salvación sin más allá. Séptima: Otras vías religiosas sin Dios: el budismo. Octava: La salvación sin trascendencia y el pecado contra el hombre: África, Palestina, Euzcadi, EEUU. Novena: La virtud del orgullo como guardián de las demás virtudes. Décima: El cristianismo como historia de nuestra alma enferma y terapias de choque. Undécima: El cuerpo como “lo santo”. Duodécima: el pecado del Capital y el pecado capital, mortal, del fanatismo político, intelectual, estético, moral o religioso.
Seguramente que hay otros temas y seguramente que estos no son muy sistemáticos pero, si bien se piensa, es decir, si se piensa religiosamente, se verá que contienen una honda propuesta religiosa, y que, dando de baja al profe Satanás por incompetente, podrían ser impartidos por un buen catedrático de filosofía, antes que desaparezcan estos (los/las catedráticos/as) arrollados/as por el laicismo/laicisma analfabetos/as que nos invade.

EL CINISMO DEL PODER Y EL PODER DEL CINISMO



Cualquier observador imparcial del cotarro parlamentario sabe cuánto de estafa tiene la actividad que se desarrolla en el hemiciclo, actividad “parlamentaria” que, como su nombre indica, está hecha de largos parlamentos (largos aunque duren un minuto) y cuánto de estafa tiene la actividad política que, en ellos, busca justificación.
¡Gobierno y oposición! El diálogo de la indecencia. Los dos saben que el diálogo es imposible, porque ambos declaran la sordera y la mala fe del otro como supuesto previo. Y así uno dice: -usted no escucha y el otro: usted no quiere oír. Y lo terrible es que los dos están sordos de verdad. Los dos están dominados por la misma pasión: el poder. Y el poder los deja sordos. De modo que, todo lo que se habla bla bla bla, esconde un monólogo previo que, en el gobierno dice: -Agárrate al sillón todo el tiempo que puedas. Y en la oposición: -Trata de echar a ese sordo del sillón para sentarte tú.
Sólo en ocasiones especiales, sobre todo al final de las legislaturas, el monólogo aflora como con el famoso “Váyase, señor González” o el famoso “Usted miente, señor Aznar, los españoles se merecen otra cosa, cualquier cosa”.
Los dos, gobierno y oposición, se caracterizarán por un discurso pobre que revela, sin embargo, de forma inequívoca sus intenciones.
El gobierno dice: -Puesto que tengo la razón y, por consiguiente, la verdad y la corrección en la gestión de la realidad (como certifica el hecho de ser el más votado), la oposición se mueve en la mentira, el engaño, la información parcial y sesgada (el gobierno se encarga de no informar demasiado a la oposición, porque informar es dar poder) y un pernicioso deseo de alcanzar el poder para gestionar torpe, interesada e insensatamente SU particular realidad.
El gobierno dice: -La visión teórica de la realidad, que la oposición tiene, está contaminada de “prejuicios”, intereses de partido y deseos nefandos de pervertir el orden que represento.
El gobierno dice: -Puesto que la razón está de mi parte, la oposición, a lo sumo que puede aspirar es a tener algunas razones colgadas en una palabrería destinada a desgastar, roer, degradar, descalificar, y levantar toda clase de sospechas sobre el “talante” del gobierno… La oposición me golpea… ¡Oídlo! No busca más que bronca. Así que tengo el derecho inalienable de devolver el golpe.
Por su parte, la oposición dice: -El gobierno no escucha. El gobierno está sordo, porque no hay mayor sordo que el que no quiere oír. A pesar de todo le diré, a gritos, la verdad, poniendo por testigo al pueblo que me escucha.
La oposición sostiene que el Gobierno gobierna de manera partidista, lleno de rencor contra la “realidad” que, siendo verdad, es inmutable.
La oposición asegura que el Gobierno miente, engaña, falsea, oculta, en función de intereses de grupo.
La oposición da por supuesto que el Gobierno dirige al país a la ruina, el caos, el desconcierto y el desprestigio ante naciones que ella declara prestigiosas.
La oposición certifica que el gobierno usa los bienes de todos en función de intereses particulares o de partido (amiguetes, cuñaos o correligionarios).
La oposición asegura que el Gobierno no sabe gestionar y le quita al pueblo las ilusiones. (Siempre que los políticos usan la palabra ilusión o imagen me ataca una náusea irreprimible y la necesidad de apoyarme en una esquina y vaciar el estómago, porque desde niño aprendí que “sólo vive de ilusiones, el tonto de… las narices” y no me gusta que me consideren tonto.)
Amigo mío, lector ingenuo: gobierno y oposición se diferencian, en que uno lo ejerce en contra tuya y la otra espera ejercerlo de la misma manera. Así que vuelve conmigo a decir: -Aguanta corazón (y estómago) que cosas más vergonzosas has aguantado, para ir desesperadamente a votar por alguien. Mejor que se lo coman todo y qué más da. Y cuando llegue una jornada de reflexión apaga tu móvil y tu correo electrónico, para no aguantar a la oposición o al gobierno otra vez, aquella indecencia que inclinó el voto de tanto ingenuo: se creen que somos tontos. Créeme. Ese cínico halago, dicho por quien sea, revela en qué medida, el poder y la oposición nos consideran tontos de verdad, de capirote a nativitate y usque ad mortem. Y verdaderamente ejercemos nuestra tontería cuando escuchamos el discurso político y cuando vamos a las urnas como borregos. Con lo contentos que estamos de nuestro sentido común.
Ya sé. Ya sé, lector, que muchos de los que viven ese diálogo de sordos me clasificará despectivamente como ácrata, anarquista, pesimista, catastrofista, etc. Porque, lo primero que hay que hacer con el discurso que no interesa, es descalificar al discursero. Y además, no me importa, porque mi tribuna de hoy es también cínica, pero de segundo grado: desde la mirada de san Diógenes.

sábado, 12 de febrero de 2011

En la muerte de Antonio González Guerrero

 Hace unos años, cuando murió el poeta, me encontré con la terrible novedad de que había sido enterrado cuando yo desconocía su muerte. Andaba yo encerrado y oculto e ignoraba su última y terrible enfermedad y su larga agonía. Entonces escribí esta nota fúnebre que tiene algún  valor ahora, cuando se va a hacer un homenaje a su clara figura.

La muerte redondea la belleza de las almas más bellas y marca el inicio de su eternización porque la belleza quiere eternidad. Muere el amigo, como dice Lucàks, y como un enjambre surgen las preguntas que ya no alcanzarán respuesta de sus labios. Hablábamos de cosas indiferentes y pensábamos: esta noche, mañana, la próxima primavera, hablaremos de todo lo que amamos juntos y lo que constituye el núcleo de nuestro vivir. Pero no hay noche, ni mañana, ni primavera, porque a la tarde murió el mejor y las preguntas sobrevuelan el misterio que ya no se desvelará. Y cuando el amigo es un poeta, entonces se producen derrumbamientos en la zona del tesoro del alma a la que, de vez en cuando, nos permitía asomarnos con temor y temblor. Con temor y temblor, porque, a veces, los tesoros colgaban de abismos sin fondo. Ha muerto Antonio y ha más de un año que tengo a medio escribir la que, de haberla enviado, sería última carta. Ahora, pregunto por mí y por todos los que seguimos de pie: -¿Quién puede dar respuestas? ¿Cómo alcanzar a solas una señal que nos oriente sobre la rosa del destino? ¿Dónde encontrar los pasos noctámbulos hacia un amanecer sin mácula? ¿Ya no habrá más palabras de su boca tocada de divinidad, que nos rediman de la brutalidad del silencio que domina la cháchara cotidiana? ¿Dónde su  voz sosegada, plena de luz y sacralidad? ¿Quién nos dará, hecha ritmo, la verdad que sólo es verdad en la eurritmia? ¿Qué férula encontraremos que señale, en el horizonte ético, sendas de coherencia y fidelidad, de gravedad y melodía, de aire modulado en alma; que señale la dirección del viento del espíritu?
Cada verso suyo que se quiebra, cada escansión, cada signo de puntación y cada juntura silábica eran una delicada advertencia: allí estaba escondido todo lo que su poesía no podía admitir: la mundanidad chata e idiota pero amenazadora; allí estaba la pasión de la cumbre pero también el vértigo del precipicio; allí estaba la bella voluntad  de estilo afirmándose contra la envidia de poetas del día, que todo lo basan en el juego de lenguaje y en una retórica que sugiere profundidades donde no hay soporte humano. Antonio es un alma modelada por la poesía. ¿Alguien tiene finura suficiente para comprenderlo?
Demasiado hombre y demasiada hombría de bien, estalla en sus versos una voluntad de plenitud que sobrecoge en cada tema que trata. Y en cada tema, sobre todo en los temas de erotismo desbordado, late, paradójicamente, la advertencia  severa de la muerte: escucha amigo, un día serás asunto del gusano. Terrible ¿verdad? Ah, pero la melodía del verso es lo que nos permite leerlo una vez y otra y siempre, sin temor a la Dama de los ojos fríos. ¡Y el ritmo! Un día, leyendo sus versos, como mi sentido del ritmo es tan deficitario (nunca aprendí a bailar), conté las sílabas tamborileando tontamente con los dedos sobre la mesa del café, buscando un error de escolar. Y Antonio me dijo sonriendo comprensivo. “Están muy contadas, no te canses”. Ahora me pasaré tiempo tamborileando sus versos y haciendo preguntas a los intersticios del silencio: -¿Dónde estás, amigo? ¿Por qué pie quebrado te has ido con tu clara voz y tu musicalidad evidentes? ¿Dónde, sino en los surcos del campo leonés, voy a encontrar tu “hambredad” de espacios sacros:  trigo y trigo, pan y  Dios, vino y dorada retama? Te dejé solo un buen rato y la voz buena y dulce de Carmen Busmayor me sacó de mi pobre covacha de pensamiento: -El lunes enterramos a Antonio en Corullón al amor susurrado del Burbia. ¡Dios santo! ¿Cuánta orfandad regala una frase tan sencilla como esa? Así, como del rayo maltratado, me vine a casa y me vine a tus libros. En ellos quiero volver a oír el ritmo de las aguas de tu río; ver demoradamente los campos de vides y trigos, los cerezos en flor y las cerezas en sazón; y el pan que es el poema redondo de tus manos santas. En ellos voy a saciar mi necesidad de música para suavizar los terrores nocturnos. En ellos voy a encontrar formas y brillos de tu mirar, emociones ocultas no vividas por nadie más que por tu alma sensible. Voy a casa más solo que la una y son las tres.
Si has vivido un hermoso tiempo de amor y poesía; si pisaste la delicada senda de la ocultación a pesar de premios y vanidades que nunca torcieron tu ritmo; si sufriste en silencio la traición de pretendidos amigos que buscaban a tu sombra un poco de notoriedad; si aguantaste grandilocuencia y vaciedades en forma de elogios idiotas con una sonrisa; si sufriste el olvido y el egoísmo sonoro de mediotontos sedicentes poetas; si fuiste fiel y elogiaste con afecto sincero a poetas de menor cuantía pero de mayor fama y abalorio; si has sido noble y bueno para el que te buscó sinceramente; si amaste a tu hermana Albertina y a tus sobrinos más que a tus versos;  si encontraste la agria luz de los cerezos y el secreto místico de Amalur, esa parte celta del alma de todo buen berciano; si en Malasaña te tropezaste, una tarde, la voz del gozo de Catulo y tomaste de nuevo y siempre la palabra; si viviste tan a fondo el fondo poético de la existencia, sinceramente te digo, ¿sabes? te digo con el verso de Blas de Otero, escrito para ti: si has perdido la voz en la maleza, ¡ay, querido amigo! nos queda tu palabra. Descansa. A quien los dioses aman, le dejan corta vida. Mañana iré con mi esposa a la tierra que estercolas y santificas y te llevaré unas rosas rojas y un triste y serio nomeolvides. 

Arrodeos. El culo.


Cada parte de nuestro cuerpo puede representarnos como totalidad, porque todas y cada una nos diferencian de los demás. Pero el culo… Innombrable por excelencia, (perdona, lector que lo haga con toda inocencia) es sin embargo el órgano que mejor representa el debate interno que nos tortura desde que tenemos uso de razón. Allí es donde la moral toma forma debatiéndose entre la libertad y la necesidad, lo público y lo privado, el espíritu y la materia, el cielo y el suelo, la idea y el mísero recordatorio de que ese agujero no nos permitirá nunca ser ángeles.
Todo puede postponerse, todo deviene contingente, todo puede ser prescindible menos, como dice Sloterdijk, las necesidades fundamentales, lector: cagar y morir. Puedes dejar de comer hasta cambiar los designios de la política (caso del etarra que fuera de su huelga de hambre no es nada ni para el Gobierno ni para ETA); puedes dejar de beber y morirte de sed; puedes vivir como un monje prescindiendo del sexo, o mejor sustituyéndolo por otras actividades que consideres más espirituales… Puedes… Pero, recuerda, hombre. No puedes dejar de cagar y no vas a vivir, más allá de la fecha de caducidad que tienes escrita en alguno de tus genes. Así pues, un respeto, amigo, para ese viajero que te acompañará siempre en tu peregrinar hacia el santuario de la muerte. Un respeto.
Innombrable, desvergonzado, impositivo, caprichoso, tirano, jovial, libertario, holgazán, bohemio, sucio, cínicamente educado (es decir respetuoso de convenciones) o gamberro carente de respeto, indecente y cantor (soprano, bajo, tenor) músico de trompeta, saxo, violín, bombo o tambor, el culo, siempre embozado como un matón de la lucha libre, no cesa de poner a prueba todas las convicciones, y todas las convenciones morales, estéticas o religiosas. Él, desde su exilio interior (lo digo por reírme de Guerra y su cínica creación del terminacho), te recuerda que tú también eres un exiliado en tu propia sociedad y que, en cualquier momento, puedes romper con las convenciones que te atan para convertirte en un exiliado de pleno derecho. Él te recuerda, siempre con sorna, que tus palabras son muy altisonantes, que tus ideas tienen excesivas pretensiones, que tu fama es vanidad y tus escritos un flatus vocis que salió por arriba equivocadamente; que, si el aire llena tus pulmones de espiritualidad, el aire manejado por él puede causar a tu alrededor, espanto y risa, decepción y burla, quebranto y alegría, aplauso e indignación, vida y muerte. ¿Muerte? En su Historia Judía, cuenta Flavio Josefo cómo, in illo tempore, es decir por los años 50 d.C., durante el imperio de Claudio, el procurador Ventido Cumano mandó colocar una cohorte de legionarios en lo alto del templo para vigilar durante la Pascua y evitar disturbios pero… "Uno de los soldados romanos, recogiéndose el manto se agachó de manera indecente, volviendo el trasero hacia los judíos, (...). Este espectáculo indignó a la multitud, quien exigió a gritos que castigara al soldado. Varios jóvenes [tal vez zelotes] de sangre más ardiente y algunos revoltosos de la plebe se armaron de piedras y apedrearon a los soldados.". Parece que el soldado, además de enseñar el trasero soltó un cuesco horrísono con lo que comenzó una revuelta que costó la vida a más de diez mil (?) o  veinte mil judíos… Las cifras varían según las fuentes, pero el culo del anónimo soldado pasó a la historia como responsable de uno de los primeros holocaustos, que empieza por esas fechas y termina en el año 70 con la destrucción de Jerusalén y en el 73 con la de Masada. ¡Un culo! (cito a Sloterdijk)
Amigo lector. Sé que te he puesto en una seria encrucijada, pero si eres desprejuiciado, y te gusta mirar las cosas como son y nombrarlas con su nombre de “pila”, no me negarás que eso que no queremos ni nombrar, porque parece de mal gusto hacerlo, tiene en tu vida una importancia superior. Su cierre y apertura incontroladas caracterizan el placer en los niños y el espanto en los ancianos. Desde que el niño toma conciencia del mismo, hasta que la pierde en la vejez, la vida entera se ve condicionada por un ejercicio constante de vigilancia y control sobre un órgano que no admite disciplina. Si tu moral es muy estricta y tiendes a imponerla a los demás nunca experimentarás la felicidad de un pedo alegre y divertido; si por el contrario eres de moral laxa y expulsiva tenderás a ahuyentar a amigos y enemigos con tu culo. Si ni una cosa ni otra, vivirás alegre y divertido muchas veces; triste, amargado y aún desesperado otras y los “bioritmos” de tu culo se adaptarán perfectamente a ese carácter.
Algunas veces me preguntaba por qué los americanos, en sus películas de violencia, son tan aficionados a la palabra: no hay poli o maleante que no conmine a alguien con un: levanta tu negro culo, mueve tu culo, quita tu culo, etc. Es la democracia. El país que desconoce la aristocracia siente en ese extremo la fuerza igualadora de la democracia. Quizá la plebe se caracteriza por el uso que hace del culo y su fuerza ha sido tan arrolladora que ha logrado imponer la democracia modélica.
Su falta de nobleza se transmite ipso facto al que usa su nombre con frecuencia y sin el respeto debido. Por ello, todos, excepto los estreñidos, lo usan a diario, pero pocos se atreven a nombrarlo y buscan púdica e hipócritamente otros nombres que lo aludan, y que no rompan la compostura del usuario.
Despreciable y despreciador cínico, parece reírse constantemente de todo gesto de selección burlándose de la boca del gran orador; del discurso grandilocuente en palabras y gestos del eclesiástico vestido para el grande (y hermoso) teatro de la solemnidad religiosa; de la palabra arrebatada del parlamentario en pleno discurso electoral; del atildamiento del diplomático vanidoso, presentando sus credenciales; de la prosopopeya del juez que escucha distante y consciente de su poder los sonoros alegatos de abogados y fiscales; del sermón episcopal de capa, mitra y cátedra; de la grandeza papal subida en la silla gestatoria hecha de bendiciones urbi et orbi; del premio Nobel que  tiene que aguantar su voz indecente cuando el rey sueco se lo entrega (dar voz al culo al recibir el Nobel hubiera sido coronación del atrevimiento de nuestro adorable maestro Camilo J. Cela). ¿Cuantos parlamentarios (ji, ji, y parlamentarias) en medio de su perorata no tienen que aguantar su impertinencia? ¿Cuantos no reciben como crítica un "la has cagado" cuando terminan su discurso?
“Del rey abajo ninguno (rey incluido)” sería un buen apotegma para definir su valor funcional y la fuerza socavadora de todo lo que en este mundo se pueda llamar grandeza. Podemos dormir en una gran conferencia o en el más hermoso de los conciertos; podemos pensar en la musarañas mientras presenciamos una ópera de Wagner, etc. pero nunca nos pasará desapercibida su voz cínica y maloliente (ruiseñor de los putos lo llama Quevedo) que nos enfrenta irremediablemente a la naturaleza humana con el mismo gesto que ponemos ante la carroña, y nos recuerda desagradablemente la vieja sabiduría de Terencio: Homo sum et nihil humanum a me alienum esse puto: soy hombre y nada que sea humano lo considero ajeno.