lunes, 18 de junio de 2012

Ciegamente

Todos los días el ojo afinado encuentra un milagro, nunca un taumaturgo. Qué diablos hay en el árbol que genera esa repentina y efímera belleza. Aún no han terminado los días fríos, cuando el magnolio se llena de flor y parece decir: -Flora pasó anoche y se entretuvo entre mis brazos.
Es como en el amor. Abrazas a la persona amada y los brazos florecen en nueva primavera. Alguien llamó Eros a esa fuerza de color y de vida. Cualquier creyente sin embargo, me dirá:-"Sabemos que una causa es una relación que establece la mente al conocer dos acontecimientos juntos que parecen proceder uno de otro, pero a lo mejor es otra cosa y hay un Ser superior que concatena causas y regala este tipo de espectáculos. Yo así lo creo".
Pero yo digo. Es aún más maravilloso que todo ocurra sin esa causa. Ciegamente, como cuando un amante cae en brazos de su amada, sin causa ninguna. Ciegamente.

3 comentarios:

  1. Esa ceguera a la que aludes, amigo mío, es la mirada del alma en su apogeo. Pero ¿por qué UN Ser superior, y no múltiples?

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  2. La prengunta, claro está, va dirigida al supuesto creyente, no a ti.

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  3. El supuesto creyente maneja todo tipo de convenciones que dan en total un discurso vacío. ¿Imaginas? Vade retro, politeísta! El verdadero creyente, que lo hay, tiene una mirada más lejana desasosegada y melancólica, como no podía ser de otra manera. A estas alturas. Hemos evolucionado mucho para caer en el politeísmo... pero la posibilidad de un Dios es fuente inagotable de angustia y desconcierto. El Olimpo sigue siendo hermoso, sin embargo, y Hölderlin evoca la sacralidad de los dioses en el alma. Eros el más santo en la paz y en la guerra. Eros, capaz de doblegar al Padre. Lo digo casi con la idiotez que se usa en Facebook: -A Fufi y a mí nos gusta esto.

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