martes, 4 de enero de 2011

Ángel Díaz Chomón

Los hombres de excepción pasan a nuestro lado y  nos falta atención y agudeza visual para, mirándolos y escuchándolos, conocernos mejor a nosotros mismos. Hace muchos, muchos años, conocí a uno, pero su modestia y timidez eran altas y yo era vanidoso y un poco miope. Hoy se ha ido en el fogonazo de luz de un crematorio y la muerte ha puesto un muro insalvable dejándome huérfano de su palabra sencilla y ben temperatta. Desde aquí le deseo un camino feliz por la otra ribera. Se llamaba Ángel Díaz Chomón y me ha dejado con la palabra en la boca: es una frase confusa con la  fonética sobresaltada del cariño, que le diré esta noche en la hora del silencio absoluto,  por si todavía, en algún punto de mi tristeza escuchara el amigo.
Para su recuerdo esta entrada en la que resuena el batir de alas de su nombre y mi dolor incomunicable.



Elogio del hombre que echó a volar con el año.


La eficacia de la muerte reside en que la historia personal concluye de manera abrupta, cerrándose todas las posibilidades de ser otro, cerrando todos los proyectos. Dice un joven filósofo alemán que, venir al mundo no es otra cosa que venir al lenguaje. Por tanto, el mutismo en el que nos arroja la muerte es el acto cruel con que nos saca del mundo de forma definitiva.
En la noche, las confidencias a la esposa llenas de amor, de solicitud, de inquietud, de propuestas sobre los hijos o los nietos se aplazaron; temores o timideces las impidieron. A la mañana constatamos horrorizados que ya no habrá una oportunidad de contrastar criterios, de proponer acciones, de solucionar juntos los problemas que no planteamos. Ha aparecido el silencio.
  Unos días antes conversó con el amigo: hablaron juntos de un pasado ya remoto, de una infancia y adolescencia luminosas. Aplazaron hablar de un nuevo proyecto que diera cohesión a fuerzas dispersas de otros amigos, con una resultante beneficiosa para todos. Pero ya no pudo hablarse más del proyecto, porque intercedió la muerte y todo lo desbarató. Sucedió el silencio.
Entre aquella luminosa adolescencia del colegio de Valladolid o el noviciado de Gredos y el fogonazo de luz por el que, hermanado con el fuego, ingresa en su silencio definitivo ha transcurrido una vida cuyo enigma ya no está permitido descifrar, porque nos ha retirado dulce y serenamente la palabra con la que podría corroborar o disentir de lo que dijéramos. De tal manera que, quizá, la crueldad de la muerte reside en la orfandad de la palabra en que deja sumidos a los que lo quisimos. No volveremos a oír su voz. No volveremos a escuchar su consejo mesurado, el tono ponderado de su opinión, la sencillez con que su inteligencia superior podía enfocar un asunto complicado. No percibiremos las dudas que asoman en toda conversación con una poderosa inteligencia y que dan el matiz definitivo a su opinión llena de modestia. No. El amigo Ángel nos ha dejado huérfanos. Y porque lo hemos querido mucho le perdonamos. El aguijón de la muerte es así. Pero no todo queda aquí.
A nuestro amigo Ángel, que por eso lleva ese nombre, le crecieron alas desde chiquillo y al final se echó a volar con ellas un día de invierno apenas entrado el nuevo año. Quizá hubo revuelo en el ejército de los mensajeros… -¿Ha llegado el nuevo?  Quizá se limitaron a llevarlo a la puerta… -¡Anda, entra. No seas pesado. Deja fuera la modestia y la timidez y coge tu corona. Estaba reservada para ti desde siempre, pero tú te la has ganado a pulso.
Puede que Ángel se quede perplejo y pregunte: -¿Pero qué he hecho? Y algún compañero alado le diga: -“Has esculpido un alma hermosa y luego la has perfeccionado durante tu vida. Has dado vida y proyectos a cuatro hijos que prolongan tu ser en el mundo. Has rechazado la barbarie amablemente cuando te presionaba con desprecio o cuando te adulaba. Cultivaste el talento que se te dio y lo has multiplicado exponencialmente. Te has mantenido fiel a principios éticos que no te han permitido caer en la injusticia, el egoísmo ciego, el provecho injusto. Has regalado tu voz afectuosa y tu acción solidaria a los amigos que querías y te querían. Has entregado a tus hijos ayuda, ejemplo y consejo cuando lo han necesitado. Has amado a tu esposa y compartido con ella el hermoso proyecto que se ve realizado. Resumiendo y no admitiré otra pregunta: has amado y edificado; has puesto fundamento a muchas cosas y la rectitud ha sido tu norte en cuantas encrucijadas profesionales tanta gente se pierde. Entra de una vez y ocupa el lugar de amor que te haya reservado el reino".
No sé si esto será así, pero si no lo es, no importa, porque todo esto se ha quedado aquí y eternamente. Es decir mientras vivamos, permanecerá en nuestra memoria tu figura, como queda en el cielo el rastro de un cometa cuya belleza de luz se prolonga millones y millones de kilómetros durante millones y millones de años.
Si venir al mundo significa venir al lenguaje y la muerte es un regreso al silencio, también te puedo asegurar que tu palabra no se apagará mientras vivan tu mujer, tus hijos y nietos, tu hermano Carlos y tus amigos. Cierto que no volveré a hablar contigo, pero siempre puedo hablar de ti, mi buen amigo.
Que la luz en que te has convertido no deslumbre tus ojos claros, Ángel, (ya sabes que no me refiero al color) y sabe además, que todos, como el poeta, sentimos más tu muerte que nuestra vida.



1 comentario:

  1. Gracias por seguir hablando de el, de esta manera nunca se ira de nuestro lado. Laura, su proyecto mas pequeno

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