lunes, 14 de febrero de 2011

A vueltas con la religión en la escuela

Antes de llamaba SCR -Sociedad, Cultura y Religión- una idiotez más de la LOGSE y su extraño resentimiento contra la escuela y la enseñanza, a la que hay que "METER EN CINTURA" Hoy seguramente tendrá otro nombre. No me preguntes cuál, amigo lector, porque lo ignoro, pero hayla. Si ha cambiado mucho, bien, pero la idiotez permanece porque... es..."lo que permanece."

“Yo, señora,juro por Dios que no soy creyente.” Esta es la paradoja en la que tanta gente cae cuando se escandaliza por la pretensión de la llamada derecha (¿qué será eso?) de imponer la religión en la escuela que "tiene que ser"laica. Los que piden la religión en la escuela no suelen ocultar intenciones pastorales, lo que suele resultar molesto para los que piden laicismo estricto en la escuela. También yo sentía un cierto malestar cuando un cura, intelectualmente poco cualificado, aprovechaba el prestigio que da el que la materia sea una asignatura en paridad con la física, para impartir dogmática o moralina presuntamente desprendidas de la doctrina cristiana. Ahora con un pie puesto en el expediente de jubilación para que no se me vuele, cuando la enseñanza me parece ya cosa de otros, que seguramente me harán bueno como asegura el refrán, ahora digo, ya no estoy seguro de qué camino tomar y de si es necesario tomar un camino. Lo que sí convendría que desapareciese es ese bodrio que se ha metido como sustituto de la religión. Una asignatura que se titula,  “Sociedad, cultura y religión" o de cualquiera otra manera que como una bufanda oculte su contenido idiota. Verás amigo. Estaba yo actuando como profesor de guardia, y ya tenía firmado el parte  (véase cuánto perdura el léxico castrense de la dictadura)  cuando  escuché, en un aula, eso que se llama “follón” en la terminología estudiantil. Abrí con tiento la puerta, tanto por miedo a que un mozallón me sacudiera con una silla, como por miedo a que fuera el profesor quien permitía tal barullo, pero, nada. Como la ventana estaba abierta, pensé: el profesor voló. -¿Qué tenéis agora, queridos discentes? –pregunté con temor y temblor. – SCR - me contestaron. - Quién da semejante despropósito - inquirí de nuevo. –Don Alonso, el de inglés  -me contestaron.  -Y ¿qué hacéis en esa hora y asignatura? -¡Nada!  - Hombre, nada, nada... Algo haréis, algo haréis queridos discentes ¿no? - No señor, nada. - Pero tendréis un libro de texto...- dije con intención de obligarlos a estudiar.   –No señor, no tenemos texto... - Pero os darán algunos apuntes... - No señor. A veces el profesor habla, a veces debatimos sobre cosas de prensa, a veces comentamos cosas culturales como el botellón, las drogas, los videojuegos o una película de Banderas. –Vaya, vaya –dije para mi capote. Y cerré la puerta y me fui a la sala de profesores rascándome la calva. Llamé por teléfono a la dirección provincial: - Ya saben que quiero una jubilación anticipada ¿han llegado los papeles? –No sea pesado, hombre, ya le llamaremos -me contestó Ana, uno de los ángeles de la sección de personal a punto de perder la paciencia.
Por otra parte, - juro por Dios que no soy creyente – insisto, se me hace arduo pensar que un estudiante quiera mantenerse al margen de la religión si se tiene en cuenta que, sociedad y cultura tienen en ella también sus raíces. Me espanta que no quieran al menos conocer de quÉ trata. Cuando ante un cuadro de la huida a Egipto un chico pregunta por el tío de la burra, o ante un san Jerónimo, qué hace ese tío pegándose con una piedra ¡qué guarro, y con una calavera!...., entonces insisto - juro por Dios que no soy creyente- me dan ganas hasta de bendecir cualquier reforma que hable de calidad. ¡Por caridad, señora ministra, un poco de calidad!
Hay otra asignatura que me aturde hasta la diarrea por la vaciedad que tiene, incluso como título:Transición a la vida adulta”. Sólo a un pedagogo o a algún otro descerebrado se le puede ocurrir tal materia y que tal materia sea enseñable. Al comienzo, cuando me reincorporé al aula después de varios años de ausencia, leí mal y pensé. La Logse ha seguido su curso. Los males tienen tanta eternidad como los bienes. Esta asignatura es cosa de feministas ¿a quién se le ocurre poner en la escuela una transición a la vida adúltera? Vi una profe, de pelo corto, pantalón desastrado, gafas de intelectual cesante y una carterona de ejecutivo en empresas cárnicas y pregunté: -¿Es usted/a la catedrático/a de “Introducción a la vida adulto/a”? Me miró con muy mal gerol y me espetó: -¿Es usted tonto? ¿No ve que yo soy de INEF? Yo insistí también con más de lo mismo: -Pero catedrática/o? - Ahora ya no hay catedráticos/as –me contestó. Todos somos profesores/as de secundario/a. Y esa asignatura supongo que la darán los de historia que es el totum revolutum donde suelen caer todos los marrones. Y me quedé pensando: con razón le llaman secundaria, porque verdaderamente es enseñanza prescindible. Los alumnos deberían pasar directamente de la primaria a la Universidad o al paro.
 Vuelvo a la religión. Algunos, atrapados por una especie de mala conciencia, piensan que habría que sustituirla por la antropología de la religión, otros que por una “historia de las religiones”, otros que la alternativa de la ética está bien y que la religión sea voluntaria y no sea objeto de evaluación. Hay gustos y opiniones para todos, porque en Educación, a ver quién es el tonto que no tiene una opinión muy clara. Desde luego, si no hay evaluación no hay religión. Y los peores enemigos de la religión son los que la quieren sin evaluación. Pero, ¡si la religión misma se reduce a un montón de evaluaciones y a una evaluación o juicio final.! Por fin los hay enemigos de la religión que dicen: -Dejad tranquilos a los curas que ellos mismos acabarán no sólo con la religión, sino con la religiosidad.
Yo, - que juro por Dios que no soy creyente- maldigo de asignaturas como SCR o Transición a la vida adúltera, perdón, adulta, y quiero que se mantenga la religión como asignatura. ¡Toma ya! No hace daño a nadie, da consejos benévolos para la vida, desarrolla sentimientos cercanos a la poesía, alivia de la mala conciencia, ahorra psiquiatras... y, para que no haya lugar a dudas, si yo pudiera, la impondría por decreto con este temario más o menos. La primera lección (¡no, unidad que suena a Logse!) la titularía así: De la posible inexistencia de Dios. La segunda: La pérdida de Dios como fuente de libertad. La tercera: “Ser como dioses”, hontanar de todos los valores. La cuarta: Vida santa para rellenar el hueco de la muerte de Dios. La quinta: en Re menor. Música y poesía como hechos religiosos. La sexta: Cristo: el hombre y sus propuestas de salvación sin más allá. Séptima: Otras vías religiosas sin Dios: el budismo. Octava: La salvación sin trascendencia y el pecado contra el hombre: África, Palestina, Euzcadi, EEUU. Novena: La virtud del orgullo como guardián de las demás virtudes. Décima: El cristianismo como historia de nuestra alma enferma y terapias de choque. Undécima: El cuerpo como “lo santo”. Duodécima: el pecado del Capital y el pecado capital, mortal, del fanatismo político, intelectual, estético, moral o religioso.
Seguramente que hay otros temas y seguramente que estos no son muy sistemáticos pero, si bien se piensa, es decir, si se piensa religiosamente, se verá que contienen una honda propuesta religiosa, y que, dando de baja al profe Satanás por incompetente, podrían ser impartidos por un buen catedrático de filosofía, antes que desaparezcan estos (los/las catedráticos/as) arrollados/as por el laicismo/laicisma analfabetos/as que nos invade.

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