viernes, 25 de marzo de 2011

Ite missa est (mendicidad en tres actos)

 ¡Dios mío, que se echa la hora encima y no acabo de desenvolverme! El collar de perlas que me regaló Pascual que en paz descanse y el abrigo de garras que me compré con los atrasos de la pensión de viudedad y andando, que en los Agustinos son muy puntuales. Menos mal que Margarita me habrá cogido sitio que el sermón no hay quien lo aguante de pie y más con el reuma que me tiene cogida esta cacha. Al de la izquierda no le suelto ni diez céntimos. Es un mendigo como muy soberbio que se le nota en la manera de decirte que está en el paro. Mucho vicio y mucho orgullo es lo que tiene. Que se puede estar en el paro y tener mucha resignación cristiana. Un desfachatao. Un guarro que pide con la izquierda y se rasca las partes con la derecha como si se riera de una. El otro en cambio es más noble y más humilde y bizquea un poco y no tiene ni para comprarse un platillo de plástico que pide con el culo de una litrona. Ese sí me gusta. Con esa gabardina tan sucia, el pobre. A la salida le doy un euro como está mandado (Y va que jode, ji, ji, que decía el mi Pascual) que si todas hiciéramos lo mismo, se acababa la mendicidad, que los socialistas dijeron que iban a acabar con ella, sí, pero de boquita. Ahora han venido mendigos rumanos como moscas. Ni en las novelas de Galdós de mi difunto, hay tanta pobretería como con los sociatas. Los tenían que multar y dejar a los más necesitados. Y hay que ser buena cristiana que es muy fácil decirlo como Margarita y luego cuando ve un pobre dice que por si acaso se lo gasta en vino...‑¡Hija, qué olfato tienes! ‑le digo. ‑No. Te crees que voy a ser como tú que le das limosna al primero que se presenta con cara de hambre, ‑me dice. ‑Que hay mucha trampa. En eso tiene razón pero yo prefiero no andar pensando en si lo necesita o no, le suelto mi euro y ya salgo muy tranquila y muy sosegada de la iglesia. 
Margarita está donde siempre. ¿Ha empezado hace mucho? Hija que me retrasé con el mendigo de la puerta. No, el bajito y bizco. Me ha dicho que tiene a su hija enferma. Teníamos que prepararle un paquete ahora para las navidades, mujer que a lo mejor es verdad... y con tu espíritu lo tenemos levantado hacia el señor es justo y necesario. Madre mía no sé si me valdrá la misa, porque he llegado tan tarde. ¿Ha predicado mucho? Madre, que pesado. Ten cuidado con el bolso, Margarita que te he dicho mil veces que no lo dejes en el asiento. Lo que lleves mujer, si no es el dinero sino el disgusto. ¿Tú crees que me valdrá la misa? Bah, boba. Lo importante es la caridad. No iba a dejar al pobre con la palabra en la boca. Ya te contaré... Parece que por fin su hija abortó y está muy mal la pobre, que no saben si saldrá de ésta. En el vicio está el castigo, desde luego. Contra más mugre, más miseria espiritual... Nosotras, gracias a Dios... Como decía Pascual que en paz descanse que en eso sí que tenía vista: ‑Un día nos vamos a encontrar al Gorbachov y al Fidel ese, pidiendo en la puerta con la gorra en la mano que bien merecido se lo tienen por rojos. Marga, ¿Después nos tomamos un mosto? Y con tu espíritu.¡Hija, cómo me aprieta la faja! Demos gracias a Dios. (Continuará)

1 comentario:

  1. Que forma tan amena y real de describir la charleta de dos beatas a la salida de la iglesia.... las de siempre, las meapilas, las hip'ocritas esas que se creen por encima del bien y del mal con su falsa caridad...
    Me encanta como escribes y te felicito por ello.
    Un saludo de una vieja amiga.
    Conchi Blanco

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