domingo, 7 de agosto de 2011

El microrrelato

Te voy a decir una cosa, Augusto. Un relato hiperbreve no es propiamente un relato, como un conceto áureo no es un soneto de Quevedo. Un dinosaurio al final de un sueño no es un relato porque sugiera tantas cosas con un simple juego de conmutación: -Cuando despertó, el Borbón todavía estaba allí. Cuando despertó el dinosaurio, el paleontólogo deseó estar en cualquier otro sitio. Cuando despertó Mourinho el Barça todavía estaba allí (David Torres). Se trata no más de una frase que ha dado en llamarse relato literario. Algo conserva todavía del relato como es la apertura al mundo. Es un destello, pero de destellos del mundo está hecho el relato hasta componer una imagen completa aunque sintética del mismo. Claro que  un destello no hace mundo como una golondrina no hace verano. Augusto, te lo digo aquí. Sé muy bien que tu inteligencia rechaza la adulación y que un público lector perezoso y sin tiempo, aprecia desmesuradamente los microrrelatos, pero tú no te engañas. Estás ante la misma afición que a la de la frase ingeniosa, el retruécano, el refrán o la sentencia, que no siempre son tan ingeniosos o tan sabios o llenos de esprit como el vulgo dice. En microrrelatos como el de tu dinosaurio, hay narrador y personaje, pero se trata de un personaje carente de rasgos de individuación. ¿Cómo es el hombre que despierta? ¿Cómo es el dinosaurio: pequeñito, simpático, de trapo, arrugadito, sin dientes, cansado, enfermo? Y además un personaje se hace en contacto con otros de tal modo que en un relato hiperbreve como el tuyo, en el que los personajes carecen de entidad mínima es propiamente una construcción lingüística que tiene un vago referente fuera del tiempo y el espacio. Y espacio y tiempo han sido reducidos a un punto. Y un punto es el nombre de una abstracción geométrica adimensional. Un hombre solo no es un hombre, un corazón solitario no es un corazón, Un dinosaurio solo no es dinosaurio. Un microrrelato como el de tu dinosaurio, no es relato sino microlindeza si se quiere. ¿Y el narrador? El narrador es casi mudo, afásico. No te enfades conmigo allá en tu cielo literario, pero tampoco con el mundo, que tiende a hipervalorar aquello que le resulta fácil de entender y de retener. Pero voy a decirte más. Tu relato  de una línea ha tenido un efecto desastroso en todos los escritores en ciernes que creen que sin esfuerzo pero con ingenio se llega al Olimpo como has llegado tú; que han decidido abandonar el trabajo callado, arduo de la elaboración silenciosa, despaciosa y minuciosa que es la construcción de un verdadero relato por una convicción que puede enunciarse así:  “Si acumulo 1500 líneas sueltas con ingenio, ya casi tengo un libro para el Nobel.”  Tu relato ha sido destructor en cierto sentido y también purificador. Destructor, porque muchos autores abandonan el trabajo de preparación para seguir el camino fácil de la escritura (hoy mismo se pueden contar por millones los microrrelatos que cuentan una minucia). Purificador, porque aparta al alto número de los tontos del intento de hacer un verdadero relato. Si no hay tiempo, si no hay espacio, si no hay aires entre los personajes... no hay relato.

3 comentarios:

  1. Sí, es más... Cuando despertó el dinosaurio, el Borbón todavía estaba allí. No les falta razón a tus razones, maestro, pero piensa que eso que llaman microrrelatos (odio los híbridos heleno-latinos), cuando están bien hechos, condensan un sinfín de despliegues de intriga que corresponden a la literatura "inscrita" en el alma del lector... Eras tú mismo el que no hace tantos años (treinta y cinco más o menos, para ser exactos) nos ponías como ejemplo lo de El rey murió y luego murió la reina. El textito (creo que citabas a Todorov) “contaba” algo, que incluso podía ser real y era “real”. Pero un simple añadido como “de pena” al final de la frase introduce al lector (espectador) en una intriga. ¿Qué pena es esa?... ¿Está desheredada porque el rey tenía una amante que recibe el reino? ¿Estaba tan enamorada que muere de amor por la desaparición de su coloso? ¿Muere de pena porque ella tiene un amante y la sensación de riesgo ya no es la misma que cuando el rey vivía y la vida merecía entonces la pena y “la pena” de ser vivida y “morida”?...

    Todo relato nace de un microrrelato (ay! me duele escribirlo) que propone escuchar lo que quieres escuchar al tiempo que te predispone a ser sorprendido por las “peripecias” que necesariamente aparezcan.

    El dichoso microrrelato (ay! palabro) te tiende un puente sobre el abismo insondable de tus propias imaginación y experiencias… El microrrelato te cede la palabra, eso sí, perversamente… Porque el comienzo de esa mínima narración borrosa que se te regala va cargado de armónicos que te conducen a un final previsible… Tú, yo, ellos y ellas, todos somos sensibles a esa “koiné” de cariños, de mitos, de fantasías y de sueños que modula y modela el lenguaje y el cuerpo y sus metáforas.

    Ay, maestro. Te digo todo esto porque soy un enfermo explícito y cada vez que empiezo a escribir algo se me cae el mundo encima por el propio peso de tanta palabra que ronda a tanta palabra…

    Cuando le digo a mi madre que tengo la cabeza bien amueblada me dice ella que tengo un solo mueble que se llama “sinfonier”… (¿será por mi trabajo o porque soy un gandul redomado?)

    Me alegra verte cabezón y peleón y pe-León en tu hermosura intacta… He llamado a mi notario para decirle que quiero firmar para llegar a ser como tú…. pese a tus defectos (que no son pocos…) torre de arduos filos….

    Dale un abrazo y una urgencia urgente a Doña, que te hace bien y siempre te hace el Bien.

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  2. χαριτολογώ

    Llega Venancio, monta le el poyo a Monterroso y le echa la culpa a Asclepios.

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  3. Sí, sí. Inscrita en el alma del lector. Bandido. Recurres a un asunto que sabes que me preocupa: el alma. Lo que ocurre es que tu propuesta es excesivamente metafísica, por halagadora que sea para mí. En efecto, en lo que llamamos alma "parecen inscritas" muchas cosas, pero hay que tener en cuenta que un perfume puede evocar lo mismo y mucho más:una larga y secreta historia de amor y tortura. Pero el microrrelato y el perfume no la cuentan.
    En cuanto a los armónicos ya sabes mi poca formación musical, pero no conozco ninguna sinfonía hecha de armónicos. Se conoce que me falta el sinfonier que dice mamá. O soy sordo de nacencia.
    A propósito del gesto. Un gesto podría ser también un microrrelato. Y la fisiognómica no sería más que metaliteratura.
    Y sin embargo tienes razón o mejor, pasión, porque yo también siento contigo y si no se desencadena dentro de mí un relato abandono el que estoy leyendo inmediatamente.
    No creo que todo relato tenga su origen en un microrrelato. No lo creo. Es otra entidad metafísica como aquella "estructura profunda" de la frase que postulaba Noam Ch. Ni creo que el tema de una sinfonía tenga en su almendra toda la sinfonía
    Es cierto que el relato nace de una intuición, una idea emocionada, pero sigo sin hallarlo en ella. El relato no puede ser una frase feliz sino un esfuerzo, como el hombre, pura pasión inútil.
    Pero ya ves que prudentemente hablo de creencias.
    Otro abrazo para ti y para mamá. En la cabezota tienes cientos de sinfonías-relatos y tienes palabra para darles forma. Están esperando la mano como aquella arpa del rincón oscuro. No puedo poner tu nombre sino sólo tu apellido traducido al griego: KIRIOS ZANGANULIS.

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