lunes, 19 de septiembre de 2011

MASA

Echar una ojeada a “La rebelión de las masas” es siempre instructivo. Ortega nos dice allí, que uno de los caracteres de la masa es su falta de docilidad. Aparentemente, es fácil dirigirla: se la halaga, y los acepta por muy burdo que sea el halago, pero se vuelve ingobernable cuando se le recuerda que no ha acabado su proceso de formación y que su educación requiere esfuerzo y trabajo. Desde que se sabe fundamento del poder su tendencia a participar directamente en la política crece y seguramente terminaría bloqueándola. Hoy la masa se ha vuelto vigilante y, a través de internet, su comunicación es fluida y el poder de convocatoria es tan grande, que grandes masas pueden ser movilizadas en pocos minutos o en pocos días, como ocurrió con la visita papal a nuestro país o la convocatoria del llamado 15M y un poquito más atrás, la convocatoria al voto vía sms por parte del partido socialista en el día de reflexión. Aún siendo numerosos, son grupúsculos los que hoy toman conciencia de su poder y se sienten representativos de la totalidad. Es peligroso porque sólo suelen tener una idea aunque muy clara. Y una sola idea vuelve cerril al que parecía sensato como ocurre con la ideología de género. Babel era la fórmula ideal para mantener a la masa desactivada y tranquila. Y paradójicamente, la educación entendida como impregnación en los valores de la Ilustración, para crear elites rectoras, era el camino seguro para mantenerla tranquila y mansa, pero estúpida. Cierto que la propuesta era cínica: “todos los españoles tienen el derecho a la Educación y el Estado debe garantizarla”.
                   Pero “educación” dejó de ser el talismán para convertirse en slogan facilón: todos los españoles tienen derecho a la Educación y el conocimiento de aquellos contenidos que el Gobierno de turno considere necesarios para mantener a la masa tranquila. Junto al slogan “educación de calidad para la democracia” se potenciaba lo más nulo del profesorado, la pereza, el conocimiento superficial, la nivelación, la información variada  y el entretenimiento (lo lúdico) y se rechazaba la disciplina como medio de adquisición, catalogación y conversión de los conocimientos en ideas vivas, ideas fuerza, capaces de transformar rápidamente al hombre y con él a la sociedad. Hasta el punto que la disciplina y la autoridad en la escuela parecían cosas de la Dictadura. Así sería muy fácil la política y el milenio socialista tendría por fin lugar en la democracia. Hoy la fórmula ha fracasado. Las redes sociales son muy difíciles de paralizar o intervenir y censurar. Y la política sería desde este punto de vista el arte de tranquilizar a la masa fraccionada en grupúsculos en los que atisba algún pensamiento, para obtener su afecto… y su voto.
                   Es mérito de Rubalcaba el haberlo percibido rápidamente y su “cínico tacto” para tratar a la masa y atraerla a su redil. De modo que la política democrática es el arte amansar a la fiera, de pasarle la mano por el lomo y conseguir el lametón de un voto. Votar es el acto de lamer la mano de quien promete comida… y diversión o, idem per idem,  estado de bienestar y telebasura. Tranquilidad, pan con mierda y fútbol. Por cierto, Fatima, ¿a qué hora empieza el partido del Barcelona / Osasuna.

6 comentarios:

  1. La disciplina debería ser la prioridad de cualquier partido político. A la vista está la decadencia de España desde que esa disciplina a pasado a un segundo lugar.
    La educación nos sirve para que personas, como en este caso Rubalcaba, no nos engañen con buenas palabras, con chuminadas a cambio de votos, para no dejarnos llevar por esas masas que piden...¿¿qué piden?? porque han dejado de lado sus buenas intenciones, dando paso a actos de rebeldía, ataques a la autoridad, desobediencia....
    Desde mi punto de vista, en este sentido bastante pobre (por desgracia), pero que gracias a mis estudios puedo opinar, si me dan a elegir me quedo con esa "dictadura" que "obligaba" a la disciplina, que te ofrecía educación y/o trabajo.

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  2. Una educación que enseñara a hacer uso de la libertad, que enseñara que un ser humano nace con derechos y que los derechos implican responsabilidades, eso NO fue el privilegio de las generaciones que nacieron bajo la disciplinada dictadura del general golpista Francisco Franco. Unos pocos, no muchos de quienes, por inteligencia o por contexto familiar y social, llegaron a estudiar más allá de la escuela primaria, aprendieron que se puede vivir una forma de libertad en las esquinas de una dictadura. Aprendieron juegos intelectuales, aprendieron subterfugios.
    Ahora, según leo, ustedes opinan que la masa manda, impera, deforma. La escuela ha perdido el concepto de disciplina. El conocimiento que obtiene esta masa informe, agresiva y usuaria de las redes sociales es, tal vez, el contenido en materiales escolares aprobados por los gobiernos de turno.

    No sé bien que decirles de “las masas”, un concepto que me parece manido y un tanto demagógico, mis disculpas al Señor Ortega y Gasset. Un pensador brillante sin duda, pero hijo de un contexto cultural original, traumático y que finalmente dejó una estela de horror. Mucho se ha escrito y pensado desde entonces. Pensemos, por ejemplo, en el largo proceso analítico de la Escuela de Franfurt, y en tantos más.

    Dejémonos de masas, estamos frente a grupos, a colectivos. Y si hablamos de quienes están siendo educados, hablamos de seres humanos. ¿Qué ambiciono para cada una de esas personas, que ahora viven en España y tal vez participen en las próximas elecciones?. Les deseo haber enfrentado un sistema educativo y unos profesores con quienes hayan podido llegar a un cierto nivel de conocimiento y autoconocimiento. ¿Cual?, pues el de poder valorar la credibilidad que merecen las propuestas de cada entidad política que pretende gobernarles. Pero para esto, esa persona debe haber reflexionado: cómo me gustaría vivir, qué nivel de responsabilidad tengo, cuales son mis libertades, cuales son mis deberes?, ¿qué me ofrecen estas opciones políticas, cuanta libertad, cuanto deber y cuanto espacio de participación?.
    ¿Les han enseñado esto en su paso por las escuelas?, ¿si? ¿no?, ¿se lo impidió uno u otro gobierno?.

    Cordiales saludos

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  3. No querría yo que mi entrada fuera interpretada como descalificación de otras formas de educación y una alabanza a la educación franquista. No, amigo anónimo. No siento que haya más que una forma de educación que el poder, intervendrá con mayor o menor fortuna y, como toda forma de poder, con el ánimo de mantenerse en la poltrona. Encuentro sorprendente que una y otra vez se vuelva a evocar a la dictadura cuando se toca el tema de la educación lo que significa que la presión de aquel poder penetró más de lo que quisieras en las formas de educación, no todas malas por definición. Mi admiración por aquellos que supieron resistir las falacias introducidas de matute en aquella "pedagogía". Pero yo le pido que haga un esfuerzo y salga de la dialéctica dictadura/democracia, porque la educación y su fracaso se hace a pesar de ellas. Todos los regímenes tienen un hermoso preámbulo en sus leyes de educación, preámbulo que olvidan inmediatamente en el articulado. Con mayor o menor saña, con mayor o menor éxito todos hacen lo mismo. Y todos vuelven a sacar el asunto cuando vienen las elecciones. Qué curioso.
    Ya sé que el concepto de masa de Ortega ha sido muy manoseado. Pero no he encontrado en Adorno o en Habermas... nada que lo contradiga, por lo cual pienso que es concepto explicativo bien fundado. Sí lo han desarrollado. Ya lo creo. Pero no encontrará en ellos descalificación alguna para nuestro pensador más claro y amable. No ponga sospechas en su manera de mirar y admire lo que hizo en contextos tan terribles.
    La demagogia no me parece que pueda adjetivar al concepto orteguiano sino más bien a su uso político o ideologizado. El concepto técnico es poco trajinable. En cuanto al "pero" global que hace del filósofo por haber vivido en su contexto es injusto. Lo digo sin ánimo de herirle. Cada cual es hijo del suyo. Ortega vivió con pasión el la República de la que salió huyendo y el la dictadura que le negó la palabra. Hoy no creo que tuviera preferencia por una u otra tal como las padeció. Por eso es tan urgente el volver al juicio delicado sobre las personas, sobre todo cuando asoma en ellas eso que Jaspers llama grandeza. La generosidad en ese terreno habla bien de nuestra ponderación.
    Mire usted, amigo. Es cierto que hemos dejado de ser una masa molar donde lo indiferenciado era la ley. Ha aparecido el respeto a lo igual (la igualdad se considera valor superior) al mismo tiempo que contemplamos a los demás y somos observados por ellos, con la sonrisa de quien encuentra inútiles los esfuerzos para ser interesantes... La masa ha subido al escenario (Puerta del Sol, Cibeles etc, etc.) Y en el escenario sólo se quiere mostrar el perfil interesante. La masa quiere ser diferente, sin dejar de ser igual. Lo mismo que nobleza obliga, masa obliga de forma mas perentoria. Pero a lo que iba. Masa y Poder (¿recuerda a Canetti?)
    Grupos y colectivos, son otros nombres de "masa". Ya sabes que para que haya masa basta con que haya un hombre, digo un hombre, no un individuo. Yo no estoy, por otra parte hablando de seres humanos, sino de seres deshumanizados, masificados y tratados como tal. Que los más lúcidos se indignen no implica que no sean masa que se divierte o peregrina o se cabrea porque así se siente distinto.El problema es otro. Cómo el poder utiliza Babel (todos los medios de comunicación) para "educar" a la masa y cómo cínicamente reclama el respeto a la diferencia y cómo protege esa diferencia con halagos y tolerancia y "respeto" para que sea de los suyos (colectivos gay, colectivos feministas de todo pelaje y condición, colectivos contra el racismo (todos somos iguales incluso los diferentes) etc, etc. Y eso amigo mío, es lo que denuncio: el cinismo del poder sea del signo que sea.
    (Por razón de espacio sigo en el siguiente)

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  4. Creo además que está usted de acuerdo conmigo porque, justamente, lo que desea a la masa es el sentido crítico sin el cual la vida ni es vida ni merece la pena. Y es el objetivo último de la educación.
    Y además habla usted de personas. Créame que no hay tantas. En cuanto a las opciones políticas... bueno, eso importa poco créame. Esa libertad de opción y participación siempre es controlada y, cuando se produce un aparente descontrol, el poder acude reclamando atención, sosiego, indignación controlada, dirigida, maleable y finalmente contenta de haber tenido la falsa oportunidad de ser diferente, para terminar siendo un votante más. Y el votante-masa actúa bajo el chaparrón de la propaganda por sensaciones y emociones, nunca por criterio ponderado.
    Y finalmente sus preguntas últimas tienen respuesta. Ha habido siempre profesores, que han enseñado en esas "esquinas de las dictaduras" de todo signo y con buen éxito a lo que parece porque, si son pocos los educados en la libertad "uno es para mí como mil, si es el mejor" (Heráclito creo). Si uno u otro gobierno lo impidieron, es obvio que sólo lo intentaron y lo seguirán intentando. Gracias amigo por leerme y gracias por hacer crítica que supone lectura más afinada.

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  5. Irene. Sí... si nos ponemos de acuerdo en lo que es disciplina. Unamuno habla de discipulina... la disciplina que el discípulo debe tener para que su trabajo sea productivo y rentable. Sería el respeto a las normas que uno mismo se impone con el fin de sacar lo mejor de uno mismo. NO ES SEGUIR CIEGAMENTE UNAS ÓRDENES QUE ALGUIEN DA Y QUE TIENE MEDIOS PARA HACERLAS CUMPLIR QUIERAS O NO.
    Entendida con Unamuno es un mecanismo estupendo para cualquier tipo de aprendizaje y un medio excelente de autoeducación.

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  6. Sin entrar en el contenido, que ya le oí hablar del asunto a Vd ayer con padre... Traemos la coplilla compuesta por don Fulgencio para "su propio regalo":

    Amados grillos que con vuestro canto
    de mi cabeza a la olla dais encanto,
    cantad, cantad sin tino,
    cumplid vuestro destino,
    mientras las ollas de los más sesudos,
    de sentido común torpes guaridas, de sucias cucarachas, grillos mudos,
    verbenean manidas.
    Resuenen esas ollas con el eco
    del canto de los hueco.

    Don Miguel. Amor y Pedagogía. Capítulo Cuatro.

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