lunes, 6 de febrero de 2012

Cifosis

El paisano me miró y dijo escuetamente: -Son todos unos descebrados.
Rompió el brazo de suspensión y el cárter de su viejo Chamade en uno de esos pasos de cebra con rotonda y cifosis (chepa en román paladino), con que los alcaldes han decorado calles y carreteras del término municipal. El hombre me miraba pasmao, con un sí es no es de estrabismo, que parecía desolación. Yo intentaba explicarle que podía denunciar al Ayuntamiento por poner semejantes obstáculos en una carretera, mortales si se va descuidado y siempre dañinos para el coche. ¡Demasiado castigo por un descuido! Cuando terminé, el paisano me miró cabreado:
- Como paberme matao. No ay derecho. Bengo del pueblo donde han quitao todos los vaches de Franco,  y resulta que, en León, casi me rompo el halma en un paso de cebra con chepa, que viene a ser un vache al rebés, ¿verdá usté? Cagüen la madre que los parió, son todos unos gochos descebrados. (No te asustes, lector, mi paisano hace faltas de ortografía cuando habla.)
- ¿Querrá decir descerebrados? –dije yo.
- Eso. Descebrados, como usted dice –insistió él.
Lo que no sé es a quién se refería mi paisano: si a los alcaldes, a los políticos en general, a los jueces, a los pasos de cebra o al sursum corda.
El caso es que no se puede hablar de malversación porque seguramente  los fondos con que se construyen glorietas por doquier, con esculturas aberrantes de los artistas locales supongo que llegan bajo el epígrafe de “infraestructuras”, y la falta de imaginación y la voluntad de cepillarse ese dinero como sea, les lleva a los alcaldes y urbanistas municipales a tirarlo en semejantes imbecilidades. Algunos sostienen que estos artilugios son para regular la velocidad y que no se exceda el límite con peligro de peatones y parece que con ese propósito idiota se pone en peligro a todos los coches y conductores.
Yo me inclino a pensar con mi paisano de Boñare. Es problema de cerebros de munícipes poco evolucionados que creen que el dinero que viene es para gastarlo inmediatamente y como sea… si no es que ya tenían preparada empresa de amigote para destruir lo que se había conseguido durante muchos años: acomodar las carreteras, hacerlas cada vez más seguras y ayudar a los conductores. El coche paga impuestos tanto si anda como si se detiene, impuestos por aparcar, por usar calles, impuestos por combustible y últimamente por contaminar, impuestos por permisos de conducción, impuestos para entretener a la guardia civil y policías locales, por matricular y por revisar su funcionamiento, y por cada una de las piezas de recambio y por mandarlo al desguace. ¡Ya está bien! Ahora hay que llevar cada año el coche a revisión de la suspensión porque calles y carreteras municipales se han llenado de chepas o baches al revés. Años y años luchando por buenas carreteras de las que se eliminaran los baches y estos idiotas han puesto baches y rotondas hasta en el pasillo del váter.
El paisano, de Boñare, se sentó en el bordillo se llevó la mano a la entrepierna y se echó a llorar… -¿Sabusted? No hay derecho. Hera casi de noche, el tobogan no lo vi, el susto fue morrocotudo, el desaguisado me ha costado uno y la llema del otro y no me dio tiempo ni a decir ¡eeeepa! que parece que te ayuda a controlar el coche. Y luego, ¡el cariño que yo le tenía a este coche! Y la cara que va a poner la mí parienta…
Ya sé que me pueden contestar con esa tautología de que la ley es la ley. Pero ¿me puede certificar alguien que la ley obliga a poner semejantes obstáculos y   disparates en las calles y carreteras?
Estos despropósitos generalizados por el país, obligan a mayor gasto de combustible y mayor contaminación; obligan a extremar precauciones innecesarias aumentando el estrés de los conductores; desgastan los automóviles y la paciencia de los conductores; y se beben parte del presupuesto de los ayuntamientos. Seguramente alguien los encontrará de utilidad. Dudo mucho que nadie en su sano juicio la encuentre.
La calle está encifosada. ¿Quién la desencifosará? El desencifosador que la desencifose, buen desencifosador será. Repita, amigo lector. Y si le ha gustado la protesta, haga a bolígrafo doscientas copias de la  misma y mándelas por correo certificado a doscientos conocidos. Si las envía mientras toca la cifosis de un cheposo, la suerte le sonreirá. Si no, puede tener una desgracia. Un amigo mío las mandó y le tocó la lotería sin comprar cupón. Otro, que no quiso mandarlas…esmorró el coche en un paso de cebra y pretende que el Ayuntamiento le arregle el coche y la chepa que le quedó.

2 comentarios:

  1. Tenemos que hacer lo que nos propone Gandhi:
    Cuando una ley es injusta lo correcto es desobedecer. Quizá debamos subirnos por las aceras para no caer en el peligro de encifosarnos nosotros. Isabel

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  2. ¿Y los violentos saltos que han de dar bomberos y ambulancias en sus urgentes desplazamientos? ¿Y el ruído que dichas trampas provocan? ¿Y el subir y bajar de la luz de los faros sobre las viviendas? ¿Y la humillación que supone ese obsceno e insultante grillete en la delicada muñeca de la calle? Quizá va siendo hora de armar nuestra ira de picos y martillos...

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