martes, 7 de febrero de 2012

Metoikía

Mi amiga Isabel me ha confesado su miedo a la muerte. Pero yo le recuerdo el contenido de la palabra tránsito. Tránsito no es sólo el paso de un lugar a otro y por consiguiente una metáfora de la muerte, sino que la palabra tránsito encierra el significado de tantas veces como hemos transitado: de la noche al día, del sueño a la vigilia, de la alegría a la tristeza, de la tensión a la atonía, de la fe a la duda, de la generosidad a la cicatería, de la amistad al desamor, de la reflexión a la pasión ciega, etc. Hay otros tránsitos que han cargado de sentido la palabra: del trabajo a la jubilación, de León a Candás, del sol a la sombra, de la apacible lectura a la pequeña o grande cirugía, de la soltería al contrato matrimonial, de la tensión del stress a la relajación del masaje. Cambiamos de casa, cambiamos de traje, cambiamos de sentimientos, cambiamos… Cambiamos de casa… de hogar muchas veces. Eso que en griego se llama metoikía. Cambiamos de casa al nacer (tras un terrible estrujón, caemos en el mundo y empezamos a acomodarnos y adecentarlo para vivir en él) Y en él cambiamos y cambiamos de hogar. Nunca vivimos dos días en la misma casa. Eso nos distingue también de otros animales que permanecen sujetos  a un espacio. Teresa de Jesús habla de varias moradas por las que el alma realiza su metoikía y se dirige sin pesar a la última. Desde ella el camino físico a la morada definitiva es corto y amable si hacemos abstracción del dolor que a veces, precede a la muerte. Pero aún así, quién llegó serenamente a la última morada sabe que el dolor si es suave es pasajero y si es muy fuerte no dura. Ya te das cuenta, amiga, que la alusión a las Moradas no es gratuita, porque al fin se entiende que la vida no ha sido más que un camino de perfección en el que nos es dado mejorar día a día el oikos, que es el hogar. Del agujero inicial estrecho y viscoso, al agujero final duro y estrecho entre seis tablas, hay siete hogares de perfección, decoro y decoración. ¿Los hay? Siempre trasladándose, cambiando de hogar, el hombre se convierte en el que “ahora es”, “ahora se ausenta” y la ausencia se vuelve temible. Lo que en el tránsito se queda atrás genera la conciencia que tenemos de lo perecedero. Y lo perecedero asusta. Por eso mi amigo Isidoro asegura que lo que asusta es la vida que se queda atrás, el sinsentido de la meoikia, del cambio. ¡Claro!
Qué me importa a mí que haya o no otro mundo, si soy feliz afirmándolo y viviendo en consecuencia… Eso me dijo un día una amiga. Pasmao me dejó. Porque estaba pasando la vida recogiendo y transportando los muebles del último traslado y la morada definitiva no parecía segura, de modo que fiaba todo a la inseguridad del tránsito.
La vida, para mi amiga Isabel se ha construido en el drama de la “verdadera morada” y la exigencia de un lugar, que aparecerá en el tránsito definitivo, sin ninguna duda. Un lugar naturalmente metafísico por el que se ha de sacrificar el mundo que llamamos real. Ese era el secreto de lo que se llamaba en la vida espiritual “contemptu mundi” Desprecio de las moradas por la Morada.
¿No das una respuesta? –me dice otro amigo.
No la tengo. ¿Cómo la negación de lo que nos viene dado por lo supuesto ocurre en la metoikía y qué hacer? Para mí es un enigma. Pero en esa afirmación de lo que parece absurdo, se han forjado hombres cuya excelencia  queda fuera de duda. Por consiguiente hay que andar con cautela en este terreno, aunque no es necesario decir que esa etapa antropológica del contemptu mundi, pudiera ser que fuera una etapa histórica terminada para este animal metafísico que es el hombre.

19 comentarios:

  1. La práctica del “contemptu mundi” debería llevar a una aceptación de la muerte sin temores; incluso, en casos extremos, llevaría a esperar como gozoso el tránsito. Pero, con más frecuencia de la que cabría esperar, por cosa de la duda, no ocurre así y ¿qué hacer si la duda desbarata una vida entera de negación?
    Por otra parte, el “contemptu mundi” se ha recetado siempre como remedio eficaz para sobrellevar una vida de privaciones, valiendo la redundancia a las mayorías menesterosas de otros remedios más sustanciosos y alimenticios. A esto me acojo para augurar al “contemptu mundi” larga vida, dadas las circunstancias, y muy lejos de ser una etapa histórica terminada.
    Abrazotazos.

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    1. Sí. La abstinencia y el vaciado del deseo, parece ser remedio al dolor que genera el tránsito de un estado a otro. Claro. El espanto de una tarde de telebasura no podría aliviarse con otra tarde de telebasura, o de Belén Esteban, pongo por caso y por ser según parece el icono de estupidez, sino por la abstinencia (curioso que había escrito abastiNECIA). La prédica del contemptu puede contener y contiene excepto en casos históricos, un cinismo insoportable. El término del contemptu mundi, como etapa histórica sustituido por un moderado o desaforado hedonismo, tampoco nos certifica que la etapa no vuelva y quizá con más energía. ABRAZOS.

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    2. "Tampoco es de despreciar la ignorancia en los muy instruídos, y su credulidad en lo que saben."

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    3. Dé lo que sé y creo en ello hasta tanto aparezca una verdad más abarcadora, es un humilde saber.
      Creo lo que creo y nunca aparecerá una verdad que me desmonte esa creencia es forma del orgullo bobo con presunción religiosa por ende.

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  2. Si "lo perecedero asusta" a lo mejor es porque no nos consideramos parte de la naturaleza y nos empeñamos en buscar, con fe ciega, La Morada, sin aprendizaje de las moradas.
    Metokía de la soledad

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    1. No lo sé. Quizá tengas razón y el miedo sea tanto mayor cuando más nos alejamos de la Naturaleza. La desdivinización de la Naturaleza no ha traído nada que haga amable la caducidad. La extinción sigue teniendo perfiles desasosegantes cuando menos. Un tránsito amable sin dolor es pedido por muchos cuando se habla de la muerte, pero me temo que en este caso el temor lo produce sólo el tránsito y el dolor que pueda llevar aparejado. Quiero decir que la pervivencia para muchos ha dejado de ser fuente de temores. Entre la felicidad de la etapa uterina y la no-conciencia del estado postmortem, aquí andamos amueblando posibles estados de felicidad. En fin... Abrazos.

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  3. Es inquietante el devenir del ser y el tiempo, la fragilidad de la identidad y la indiferencia del resto de lo que acontece en la tierra a nuestro sentir.. (eso escribieron por ejemplo los supervivientes de los campos de concentracion alemanes,.. ¿como puede ser la primavera regresar y ser tan hermosa en estos pueblos y ciudades llenas de la gente que ha tolerado nuestro infierno, en estas tierras llenas de muertos?) y es reconfortante, tranquiliza que el ser humano sea tan contingente.. como piensa mi querida y ya ida Wislava Szymborska:

    La realidad exige... (fragmento)

    La realidad exige
    que lo digamos bien claro:
    la vida sigue su curso.
    Sucede así en Cannas y en Borodinó,
    en los llanos de Kosovo y en Guernica.

    Hay una gasolinera
    en una pequeña plaza de Jericó,
    hay bancos recién pintados
    cerca de Bila Hora.
    Las cartas van y vienen
    entre Pearl Harbor y Hastings,
    pasa un camión de muebles
    bajo la mirada del león de Queronea
    y solo un frente atmosférico amenaza
    los florecientes jardines cercanos a Verdún.

    Hay tanto de Todo
    que lo que hay de Nada queda muy bien cubierto.
    De los yates de Accio
    llega la música
    y en la cubierta, al sol, bailan las parejas.

    Pasan siempre tantas cosas
    Que seguro tienen que pasar en todas partes.
    Donde hay piedra sobre piedra
    hay un carro de helados
    cercado por los niños.

    Donde estaba Hiroshima
    de nuevo está Hiroshima
    y se siguen produciendo
    objetos de uso cotidiano.

    ....

    Quizá no haya un lugar que no haya sido un campo de batalla,
    los aún recordados,
    los hoy ya olvidados,
    bosques de cedros y bosques de abedules,
    nieves y arenas, pantanos irisados
    y barrancos de negro fracaso
    donde en caso de urgencia
    satisfacemos ahora nuestras necesidades.

    Qué moraleja sale de todo esto: parece que ninguna.
    Lo que de verdad sale es la sangre que seca rápida
    y siempre algunos ríos, algunas nubes.

    En esos desfiladeros trágicos
    el viento se lleva los sombreros,
    y es inevitable:
    la imagen nos da risa.

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  4. Es hermoso ese poema. La vida haciéndose sobre la muerte cuyos perfiles trágicos van gastándose. La sensibilidad tiene como defensa el olvido, pero no el OLVIDO ese de lo trágico como destino humano, ni el banal "olvídalo" del americanismo, sino el piadoso refugio momentáneo de la crueldad. La ciega pasión de vivir permanece. La señora gorda que se cae nos produce risa, porque ignoramos sus problemas con la artrosis y el cáncer que le devora la matriz y ella no lo sabe. Y lloraríamos con él si supiéramos que el hombre al que el viento le arrebata el sombrero lleva prisa porque un hijo se le está muriendo. Sí, claro que el olvido nos protege. Platón debió de entender así el olvido y la anámnesis. Un abrazo y gracias por el poema mi querido anónimo.

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  5. Podemos alzar ambas cejas, sólo una o ninguna. La experiencia va tornando ardua la primera opción. La segunda es más frecuente. La tercera es verdaderamente excepcional. ἀταραξία

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    1. Gracias por tu comentario. Es una buena clasificación de las formas de la mirada. Más allá del placer y el dolor, que nos señorean, es ciertamente la tercera, la mirada de la ἀtaraxίa. Pasado el tiempo, no sé si Epicteto fue grande o se embruteció en la brega con los dos señores.

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    2. Los dos "señores".

      Un anciano Cherokee contaba a su nieto acerca de la lucha que se desarrollaba dentro de sí mismo. Ésta era entre dos lobos...

      "Uno es diabólico: iracundo, lujurioso, arrogante, mentiroso, falso predicador, vanidoso, resentido, ladrón, abusador y asesino.

      El otro es bueno: pacífico, amoroso, sereno, humilde, generoso, compasivo, fiel, bondadoso, benevolente y honesto".

      El nieto, después de unos minutos de reflexión, preguntó a su abuelo: "¿Y qué lobo ganará?"

      El anciano Cherokee simplemente respondió: "El que yo alimente".

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    3. Los dos lobos necesitan mis cuidados. Los dos requieren mi atención y mi cariño. Cuidaré de los dos y que se repita la historia de los dos hermanos primeros. Siempre he sentido simpatía por Caín que no puede entender por qué el preferido es su hermano y por qué sus regalos son rechazados con tanta mala educación, tan desconsideradamente. Parece que, fastidiado, se fue al Este del Edén y no quiso volver al paraíso. Pero en fin, el lobo bueno es más digno de compasión, el pobre borracho de la virtud.
      El bien y el mal solo son separables en el plano lógico.

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    5. Nada que añadir. Estoy de acuerdo.

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  6. ¡EMBRIAGATE!

    Es preciso estar siempre embriagado. Todo consiste
    en eso: es la única cuestión. Para no sentir la horrible
    carga del tiempo, que aplasta tus hombros y te inclina
    hacia la tierra, es preciso que te embriagues
    Sin tregua.
    Pero ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud; de lo que te plazca. Pero ¡embriágate!
    Y si alguna vez en los escalones de un palacio,
    sobre la hierba verde de un foso, en la soledad sombría
    de tu habitación, te despiertas, disminuida ya o disipada
    la embriaguez, pregunta al viento, a la ola, a las estrellas,
    al ave, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime,
    a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, pregúntale la hora que es. Y el viento, la ola, la estrella, el ave, el reloj, te responderán:
    -¡Es hora de emborracharse! Para no ser esclavos martirizados del tiempo, embriágate embriágate, embriágate continuamente. De vino, de poesía o de virtud; de lo que te plazca.

    Charles Baudelaire.

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  7. Nada como un poema en prosa. Gracias por la sugerencia. Pero tengo peros… Hay días en que el vino o el orujo es solución, (momentánea pero solución). Otros en que la poesía, si no emborracha, alivia por la distorsión de la mirada, por el estrabismo que supone. La virtud requiere demasiada conciencia y entonces deja de ser virtud. Confieso que la lucidez que da la borrachera y la flexibilidad que alcanza el cuerpo en ese estado (nadie se rompe un hueso cuando cae borracho) metaforizan bien el estado deseable de quien sufre a tragos el temor de la muerte.
    En cuanto a mí, el vino me da ardor de estómago, la poesía me hace ver doble (a mí, que soy estúpidamente múltiple y desearía ser simple) y la virtud… Pero en definitiva ¿qué es eso?

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    1. Mi ignorancia se abisma en mi ignorancia y
      el lenguaje sólo sirve para volver al silencio que lo corrobora.
      Ausentarse de lo determinado.

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    2. No te creo, amigo mío. La ignorancia que se percibe en abismo requiera mucha finura intelectual. Los tramos de voz y silencio del lenguaje no son otra cosa que la dialéctica vida/muerte, presente en todo. Es ahí donde salta la chispa de la idea y donde comprobamos (precariamente) que el mundo lógico y el ontológico coinciden o al menos nos dan la ilusión de coincidir. Un abrazo.
      Ah, lo determinado... eso de lo que no podemos huir, ni debemos, porque es justo lo que somos. UN ABRAZO, amigo y gracias por tu ayuda.

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    3. Gracias, a ti. Toda ayuda es mutua o no lo es.

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