viernes, 27 de abril de 2012



EL JUBILADO

Cruzó sus brazos
sobre la mesa
y reposó en ellos su frente;
está casi calvo.
Su piel es rosada
entre los cabellos blancos.
Quizá es un pensionista
que añora
su pasado
viejo.
En el fondo
de la taza reposan
los posos negros
de los recuerdos.
Una mosca
se detiene sobre su cabeza
y el hombre
da un respingo.
Seguramente llora.












UN REBAÑO CRUZA

Un rebaño cruza
y detengo el auto.
Miriadas de pezuñas
partiditas y alegres pasan con ruido de lluvia menuda.
Hoy tienen
la felicidad asegurada,
pero el oscuro
destino
           espera
al otro lado de la calzada.
Algunas madres
llevan, dócil, detrás,
su cordero.
¡Oferentes, tristes madres de una pronta Pascua Florida!
Luego pasa el perro
alerto.
           Ojalá tuviera yo
todos esos instantes
de paso
que dejan un rastro despreocupado de bolitas de estiércol.
Seguido de una madre,
con un recental en los brazos,
el pastor
me saluda ceremoniosamente.
Olvidé,
por un momento, dónde voy.

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