martes, 17 de abril de 2012

MEMORIAS DE 1942.


Por la mañana subió la niebla
del río

Vamos a hacer una buena fogata
porque la primavera
se retrasa este año.

Te oigo trastear en la cocina.
-Dios mío,
¿no es buena desgracia?

Los falangistas
nos robaron la gallina de la calza bermeja,
la que amenguaba
la nuestra hambre de cada día.

¡Malhaya el que no respeta
el hambre del pobre!
¡Malhaya el que lo acrecienta!

Pero la niebla…
Hace ya tanto tiempo que no estás.

He oído pasos en el dormitorio.
No sé cómo nos las vamos a arreglar
sin el fuego que encendías
cada mañana.

¿No es buena desgracia?
Ahora andamos buscándote
entre los retales de la niebla
y los visillos.

Oigo suspirar.
A lo mejor te escondiste
para jugar un rato con tus hijos
ya viejos.

2 comentarios:

  1. Yo recuerdo a una mujer de gesto afable y una hermosa sonrisa que me ofrecía roscas leonesas hechas con enorme mimo.

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  2. ¡Hay que ver! Lorca llama al ombligo "cáliz tierno de maravilla". El punto exacto, el redondo cáliz por el que lo sagrado de dos vidas se intercambia y por el que se insertan una en otra y de la que nunca se separarán. Por él la vida pasa y se hace otra sin dejar de ser aquella. Las rosquillas de León. Anda hijo, tómate otra rosquilla con el café con leche. ¿Has visto cómo sopla el viento? ¡Qué fria se quedó la tarde! ¿Quieres una copita de orujo?
    Redondas rosquillas leonesas son otra forma del cordón umbilical por el que una vida se mantiene en la otra. Volver al regazo era volver a la seguridad maternal. Cuando la muerte corta el cordón y este se seca, sucede la nostalgia. Cuida de mamá, amigo, porque un día perderás el paraíso y creerás oír su voz amable y sólo en sueños te alcanzará la ternura de sus manos.

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