MEDITACIÓN DE
PRIMAVERA
DE LA GATA
HUÉRFANA DE SAGRARIO
Lleva varios días observando el espectáculo de la primavera. Tengo para mí que la Luna es un
pozo de nostalgia. Llega la primavera pero no está la dueña cuyo regazo
maternal la hacía cálida. Ha cambiado la luz, el jardín se llena de insectos
brillantes:abejas que liban,
moscardones negro-azules, bande-ritas mariposas in-quietas. La chopera
lejana se empieza a vestir del color del espíritu: el dorado.
Pero la
Luna espera el tierno regazo de la dueña,
que no volverá. Tal vez medita en el
inquietante cambio de las estaciones, en el rodar silencioso del sol hacia la
constelación de Hércules; en el vuelo callado del planeta buscando la luz y el
calor para la vida que atesora; o tal vez
medita en la mar lejana ante la que tantas veces se ha sentado como ahora
para la contemplación meditativa. No lo sé. La gata guarda en su mirada una
dulce, una inquietante melancolía que se descubre cuando la llamo por su
nombre: Luna. Y ella vuelve la cabeza
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