No sé cual será su nombre científico, sé que
volaba como los sueños, que era de oro y púrpura y que llegó fascinado a la
flor de ibisco que estaba fotografiando. La blancura, las bellas palmeras en un
rojo que vira al magenta, allí donde los pétalos se unen, el néctar dulce y
transparente, como una golosina al alcance de su trompa, le hizo olvidar la
cámara y me permitió fotografiarlo a placer, hundido él en el placer de la succión.
Mas tarde volví a la flor y, al contemplar la tragedia ocurrida en mi ausencia, se me encogió el corazón y pensé: no abandones las cosas bellas porque la muerte acecha. Pero luego recordé cómo Platón enseñaba la filosofía como preparación de la muerte. Ο
Πλατών ορίζει την φιλοσοφία ως μελέτη Θάνατου. Enseguida me serené. Por otra parte, parece ser que los quelíceros de la araña,
instilan un veneno que anestesia y duerme. Sí, sí. Pero el insecto dorado y rojo era
tan bello que sentí viva la catástrofe de la belleza.
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