viernes, 2 de noviembre de 2012

Chopos


El árbol es más hermoso que la más bella catedral. Esta frase no es más que un remedo generalizador de la frase de Verlaine: La mer est plus belle que les cathédrales. Los encontré en el camino del Hayedo que comienza a enrojecer. Son dos chopos de luz y de espiritualidad. Ya sé que es bobería comparar cosas de diferente naturaleza. Es bobo comparar un perro con un gato, una manzana con una patata o, como se hacía en la Edad Media, disputar sobre las bondades del agua superiores las bondades del vino. Junto al camino que lleva a lo profundo del bosque los dos chopos me recordaron las torres de la catedral de León que parecen traducir en piedra, (un lenguaje pesado) el ansia, la tendencia a la altura y la secreta voluntad de la hoja y la piedra de convertirse en oro. Torres y chopos tienen el mismo impulso ascensional; torres y chopos se bañan en la misma luz; por las torres y los chopos, sube la misma vida que empuja (la historia en las torres, la savia mínima y poderosa en los chopos). Lo sabía, pero lo degusté en ese momento de luz del Hayedo, que aun conserva el tañido de las campanas de la espadaña de Olleros y mis gritos infantiles entre las hojas rojas de las hayas.

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