martes, 13 de noviembre de 2012

¿Espíritu del vino o borrachera literaria?

Yo tenía especial predilección por los autores que sabían extraer del  vino su espíritu, porque estaba convencido que ese espíritu dionisíaco despertaba el suyo propio, y de que la musa actuaba desde el dulce zumo de la uva. Generalmente lo bebían mezclado con agua, pues el espíritu es peligroso aún en el vino. Después me di cuenta de que muchos de los escritores, buscaban en el vino, algo que el vino no podía darles, porque la diosa no había tocado sus labios con la magia de sus dedos y consiguientemente carecían de espíritu. Últimamente he descubierto algo más pobre. Ha desaparecido el espíritu del vino. ¿Cómo ha ocurrido esa catástrofe? ¿Será cierto que los dioses han huido y no queda esperanza? El artista de la lengua no hace libaciones sacrificiales a Diónisos y ha abandonado los ritos de la sangre del Crucificado, que ha huido también espantado. Ahora el escritor hace gala de ser discípulo de Ceres, ya en su forma de cerveza, ya en la de güisqui. No busca el espíritu porque, ni lo hay, ni lo quiere, sino el efecto miserable del alcohol. Por eso poemas, novelas y dramas que pretenden ser hondas fuentes de musicalidad dionisíaca, terminan en una pobre vomitona, pues se ha abandonado a las musas y se ha arrancado  a Ceres  el secreto del alcohol puro que no contiene espíritu sino que lo embrutece. (Me olvidaba. Vomitonas son todos los bestsellers) La mayor parte de los autores españoles ha abandonado a Diónisos, o el dios ha huido lejos. Hoy, los más jóvenes buscan la inspiración, no tanto en bebidas angloamericanas, cuanto en autores de palmaria borrachera etílica. Y nada más patético que escritores españoles, destinados desde Cervantes a ser adoradores de las musas, buscando citas literales de autores ingleses para demostrar su "estar al día". O peor aún, autores españoles de grosera pedantería, que balbucean frases en inglés de bachillerato para epatar a los lectores más ingenuos; esos que por las mañanas se atiforran de periódicos (atiforrar es palabra de mi familia, mucho más gruesa que atiborrar). Lo decía Nietzsche: un siglo de lectores de periódicos y el espíritu mismo olerá mal. ((María se acerca a Jesús ante el sepulcro de Lázaro: -¡Señor, ya hiede! Pero Jesús le contesta: Sólo donde hay sepulcros, hay resurrecciones)) ¿Queda esperanza? Invoquemos por nuestra parte a Diónisos por si todavía escucha en la Ribera del Duero.

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