El ritmo y la rima ponen dificultades, a veces, a la marcha
del pensamiento; otras, le dan la luminosidad y la sutileza que le faltaría en
su expresión prosaica. Un objeto cualquiera, bajo el chaparrón de la luz,
carece de la sugestión que tiene el mismo objeto entrevisto en la penumbra,
bajo la falsa luz de las candilejas. Una idea de tres cuartos, bajo el efecto
ventana, es más sugestiva, que expuesta en una fórmula de precisión formal
absoluta. Así en la vida. Un desnudo a la cruda luz del mediodía carece de la
sugestión de un desnudo suavemente iluminado, con zonas de penumbra y densa
sombra, sombra que no quieren revelarlo todo. Un desnudo que oculta es más
eficaz artísticamente que un desnudo que todo lo muestra. La vida es así. Un llanto
imitado en el escenario es más eficaz que un llanto real. El arte lo sabe muy
bien y el juego de luces de la escena genera en el espectador, emociones que
potencian el pathos de la misma. Y el ritmo… El ritmo impone reglas, aísla,
separa, aleja, acerca, hiere, reduce y silencia—por innecesarias—, palabras que
creía imprescindibles. Sombras. En el ritmo, el pensamiento se baña de luz y se
llena de sombras y la vida se carga de tono y tensión, de serenidad y placidez,
de angustia y tierna alegría.
¿Y la rima? Ese susun molesto como zumbido de mosquito, que
pone cinturón de hierro a la idea, dirigiéndola por caminos que no hubiera
deseado; que constriñe el pensamiento imponiéndole sentidos modulados que quizá
no esperaba; que añade resonancias emocionales insospechadas a la voz del
pensamiento; que vierte sobre la idea unas cuantas notas musicales; que, a
veces, lo llena de riqueza musical, otras de humor y otras lo rompe
impidiéndole que llegue a perfección como quien rompe un bello jarrón casi terminado; que lo ilumina a veces y
a veces lo llena de sombras…
Es fea la vida. Nadie me lo negará sino el optimista
impenitente o el que espera otra mejor. Es fea. Pero la poesía, con sus
artilugios de escultura de la palabra y la idea, pone en la vida esa sombra que
necesita para ser amable. Claroscuros,
escorzos, tensiones, pérdida del espacio y el tiempo cuando la experimentamos, —¿Dónde estamos cuando escuchamos música?—
luces y sombras, densas sombras y falsas, hermosísimas luces para ver mejor la
vida. No. No soy optimista, pero confieso que sin la poesía, la vida sería no
fea, sino insoportablemente fea.
¿Es fea con carácter retroactivo,
ResponderEliminaro solamente cuando piensas que lo es?
¿Dónde estás cuando piensas que la vida es fea?
Sí, sin poesía. Si reparas en la frase, donde poesía significa belleza, la última de la entrada es tautología. A=A.
ResponderEliminar¿Dónde estoy cuando la pienso sin poesía? Metido de hoz y coz en todo lo horrible de la vida. Metido en el espanto de vivir. Pero es verdad, que casi nunca la pienso así, porque se necesita el consuelo de la belleza para no tirarse al tren o como dice mi amiga Teresa, al maquinista que es peor. Es lo que la vida tiene. Lo más horrible es verla horripilante y querer seguir en ella y "pensarla". ¡Paradojaaaa! Abrazos