¿Quieres construirte una casa y encuentras dificultades
para elegir el terreno?
Debe de ser mal de todos. En ocasiones el paisaje humano te
parece árido. En otras la belleza del lugar se halla contaminada. La ribera del
mar se ha convertido en un hormiguero y la montaña se llena músicas
insoportables y de escapes libres de motoristas enloquecidos. La ciudad te
anula y el pueblo te aburre.
¡Uy! Veo que estás casado y el matrimonio te atosiga,
porque el paisaje es lo que el amor decide y sin duda el amor te llevó a la
casa en la que vives, olvidado del entorno, convencido de que, donde fundas tu
vida, allí está la patria. Pronto desearás cambiar de paisaje. Acaso sea un
acierto. Acaso te equivoques de nuevo y vuelta a empezar. Tal vez nunca has
sentido esa seriedad que te hace mirar a los ojos de tu esposa y te lleva a
decir: -Tú eres mi patria. Aquí voy a construir un hogar para los dos.
Y ¿por qué no? para un tercero que sentirá de verdad, como
patria, el lugar donde se encuentra su corazón y el lugar del amor del padre.
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