La medium no leía en la bola, leía sus manos, y las encontró viejas y
sucias. Es la antigua sabiduría del riguroso examen de conciencia pero, en él,
sucede lo que Ortega decía de Castilla al preguntarse por la esencia de España:
Castilla hizo a España y Castilla la ha deshecho. Mis manos hicieron mi vida y
la perdí con mis manos acariciando bolas de cristal. Esta situación
absurda suele evidenciarse al final. Mientras se vive en plenitud, ¿qué me
importan los signos escritos de mis manos? Pero frente al enigma del muro,
cuando, como dice Quevedo, la muerte, "de tierra el débil muro escala",
una mirada a las manos es la búsqueda de un justificación. Ay, entonces es
necesario escuchar dentro la voz insobornable: tus manos hicieron la vida
que querías y tus manos clavadas a un madero, perdieron la que te esperaba como
una hermosa doncella espera al amado de su alma.
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